Para la
magia de la antigüedad los números contenían los elementos de todas las cosas y
de todas las Ciencias. Eran un compendio del conocimiento. Concebían que para
comprender la esencia de estos números debíamos recurrir no al lenguaje de los
sentidos, sino sí al del Espíritu.
Los
Sabios Cabalistas afirman que el gran sistema del mundo está construido sobre
ciertas bases de armonía. El Ser, la forma y la acción son una consecuencia
natural de estas bases.
Los números
son estas bases de armonía del mundo. Conociéndolos podemos comprender las
Leyes de la Naturaleza, sus relaciones, géneros y efectos mutuos. Según esta
concepción los números son las bases invisibles de los Seres. Así, sus cuerpos
vendrían a ser sus bases visibles.
Cada
Ser del Universo tiene un principio y una forma. Estos dos extremos sólo se
unen a través del número. De la misma manera que podemos ver las cualidades
externas de un cuerpo, es posible que vislumbremos las cualidades invisibles de
estas mismas cosas por medio de los números.
Nuestra
Esencia ideal, tiene como nuestra existencia corporal, número, medida y peso,
cualidades que son visibles para la inteligencia. Los números del mundo son
infinitos. Pero podemos conocer su marcha de manera sencilla y directa puesto
que su ritmo se marca con los números fundamentales del uno al diez.
Existen
números que se corresponden con el fondo y la sustancia de los Seres, su
efecto, su duración y los grados de sus progresos.
Los
Cabalistas establecen una diferencia grande entre los números y las cifras. Los
primeros son destinaciones y consisten solamente en las grandezas Espirituales.
Las segundas sirven para contabilizar las cosas corporales.
Las
grandes cantidades contienen las pequeñas de la misma forma en que se da en la
naturaleza. Cada mundo superior incluye los mundos inferiores y cada mundo
minúsculo forma parte de un mundo mayor.
Desde
épocas remotas se les ha atribuido a ciertos números poderes misteriosos y
ocultos. El uno era identificado con el carácter sublime de la Divinidad. Los
seguidores de Pitágoras consideraban que el cuatro era el símbolo de la
perfección. El tres estaba considerado como un número sagrado en la India, en
Egipto y en Israel.
Los
nórdicos consideraban de mala suerte el número 13 y todavía hoy esta cifra
inspira cierto temor. El número 7 era venerado por los hebreos (los siete días
de la semana, los siete brazos de su candelabro) y por los griegos (La Hidra, fabuloso monstruo derrotado por Hércules,
tenía 7 cabezas). En cambio, los pueblos de Mesopotamia consideraban que el 7
era nefasto.
Los
Números y las Letras del ALFABETO HEBREO
El
sonido de una de las letras corresponde a una vibración que se manifiesta en un
número. En esta línea de análisis cada número es un conjunto de relaciones
geométricas de espacios que activan la energía.
A cada
letra del alfabeto hebreo le corresponde un número. En la antigüedad los judíos,
los griegos y los árabes utilizaban el mismo signo gráfico para indicar un
sonido o una cantidad.
Los
Cabalistas utilizan una serie de operaciones para descifrar la equivalencia
entre los sonidos y los números. Las palabras se consideran como portadoras de
cifras misteriosas. Los sistemas para descifrar estas equivalencias son de dos
grandes tipos.
1.
Los Sintéticos: cuando
una sola palabra encierra en sí a otras. En este sistema se puede utilizar el
desarrollo, la división o la transposición de las letras.
2. Los
Idénticos: cuando una misma cosa se expresa mediante varias formas
distintas de escritura.
Entre
los sistemas más utilizados tenemos en primer lugar la Guematría, considerado
el más elemental de todos, consiste en desplazar entre sí palabras compuestas
de signos diversos, pero cuya suma es igual al mismo valor numérico.
La
Guematría busca el valor numérico de la palabra, para desentramar su
significado, el cual se dilucidará al encontrar el equivalente con otra
palabra cuyas letras sumarán el valor
numérico de aquella.
Por
ejemplo dice en el Génesis: Para
saber quién es el Pacífico se suman los valores de las palabras hebreas así: Yod= 10 Beth=
2 Aleph= 1 Schin=
300
Yod= 10 Lamed=
30 He= 5 Total = 358.
Como la palabra Maschiah tiene un valor numérico igual se
deduce que el Pacífico será el Mesías. Otro sistema es el Notarikón, por el cual se crean palabras nuevas a partir de las letras
iniciales o finales de una frase. También se puede sacar una frase de una sola
palabra en sentido inverso.
Tenemos además la Temurah, por la cual se sustituye una letra por otra en función de
combinaciones alfabéticas. Siguiendo este sistema se encuentra el nuevo sentido
de una palabra transponiendo las letras de las que se compone o separándolas de
manera que formen diferentes palabras, o sea siguiendo un procedimiento anagramático.
De esta manera tendríamos dos niveles de
comprensión de los textos Sagrados: uno exotérico, que saca enseñanzas e interpretaciones
de las fábulas bíblicas y otra esotérica, que incluye múltiples símbolos y
nombres divinos accesibles únicamente a los iniciados.
Estos nombres ocultos, impronunciables de los
demonios y de los espíritus son instrumentos mágicos. Evocándolos y conociéndolos,
el cabalista puede gobernar el Universo. Por este camino se recobra la armonía
perdida, el jardín del Edén del que fue expulsado el hombre.
Los números se clasifican en tres grandes grupos:
el primero incluye los números simples del uno al nueve. Son los llamados
pequeños números. El segundo grupo comprende los números medios, que comienzan
en el diez y terminan en el 90. El tercer grupo se obtiene multiplicando las
unidades por las decenas y son los denominados grandes números.
LA TRANSCRIPCIÓN
Para los que no conocen el Hebreo y no tienen
perspectivas realistas de llegar a hacerlo se puede recurrir a la
transcripción. Se transcribe cuando se traduce un alfabeto a otro caracterizado
por utilizar sonidos diferentes.
Transcribir una lengua Sagrada a una lengua
profana no es tarea fácil. Tenemos que partir de que el hebreo no tiene vocales
propiamente dichas y que si las tiene estas cumplen una función meramente
secundaria y accesoria y están desprovistas de valor numérico.
En todo caso muchos se han lanzado a la tarea
de encontrar estas equivalencias con idiomas como el castellano, el inglés, el
francés y el italiano. A continuación reproducimos las equivalentes con el castellano:
Una de las prácticas cabalísticas utilizadas
hace corresponder cada una de las cifras de una fecha con la letra
correspondiente, partiendo del hecho de que el calendario judío arranca desde
el 3760, año de la Creación. De esta manera el año 1998 pasa a ser el año 5758.
Un ejemplo de esta manera de desentrañar
significados de las fechas es la siguiente: se analiza el año 1914, año de
inicio de la Primera Guerra Mundial.
El año
sería el 5674 y se sumaría así: 400+200+70+4
Esto equivaldría a las letras: Tau, Resch,
Ayin, Daleth, que unidas forman la palabra hebrea Tir´ad, que significa”Matarás”.
Siguiendo el mismo sistema el año 1938 se transcribe como “Tirtzach” que
significa “temblarás de terror”.
Judit Ebrath
No hay comentarios:
Publicar un comentario