martes, 30 de julio de 2013

LA CORONA y el REINO

Kéter y Máljut conforman una unidad y dualidad al mismo tiempo. Son dos Sefirót solitarias. Una es la unidad del principio -uno- y la otra es la unidad del fin -10-
El Árbol de la Vida está formado por 10 esferas, entre las que destacan la primera denominada Kéter y que se ubica arriba de todo y, la última o décima, máljut. Kéter significa corona y máljut, Reino. Simbólicamente, la relación entre la corona y el reino nos indica que no existe reino sin corona y que, al revés, tampoco hay conrona sin reino.
El reino o máljut se refiere a nuestra vida cotidiana o manifestada, la del ser humano en general, y kéter sería la luz de la coronación de nuestras vidas. La corona es un símbolo medieval con connotaciones simbólicas de oro y piedras preciosas. ¿Por qué? Porque la corona representó un estado de conciencia: es algo que se coloca sobre nuestras cabezas y la cabeza es aquello que coordina la vida, relacionándose con el aura, la iluminación, la lucidez y el verdadero sentido de la existencia. Entonces, el planteo del Kabbalista nos muestra que generalmente nuestra vida diaria -reino- no tiene este sentido -corona-, y al no tenerlo, estamos viviendo en un "reino sin corona".
De hecho, el espíritu y las cualidades del alma son niveles que uno tiene que ir consiguiendo por mérito propio. Si algo está dormido o latente y no se usa, es como si no se tuviese. Todos somos parte de Di-s, pero en la medida en que no manifestamos nuestras conciencias más sutiles, permanecemos en estado latente y sin realizarnos. La metáfora del reino es aquéllo que es "real", la "realidad" y la "realeza".
El Kabbalista nos enseña a recibir * o a reconectarnos con nuestro ser esencial. Si se busca con el corazón en un momento de gracia e iluminción, uno recibe una revelación acerca de la verdadera realidad. Estos son los grandes momentos que hay en la vida: uno despierta, como si se corriera un velo. En otras palabras, todo el estudio del árbol de la Vida busca unir estos dos planos, como si pensáramos que máljut es el plano inferior y kéter el plano superior.
También podemos decir que máljut es el alma y kéter es Di-s y, el Árbol de la Vida es aquella escalera compuesta por 10 esferas. donde el ser humano puede llegar a Di-s y Di-s, recíprocramente, al hombre. En relación a ésto la Kabbalah sostiene que "el hombre se diviniza en Di-s y Di-s se humaniza en el hombre" Coronar el reino es unir kéter con máljut.
La Kabbaláh es la sabiduría que busca la unificación, por eso se dice que el Árbol de la Vida es el aprendizaje de la unidad y la integración. Pero en realidad, las cosas ya están en esencia unificadas. Lo que sucede es que nosotros al descender a este mundo necesitamos de la dualidad para poder crecer, aprender, vincularnos, cambiar, trabajar y realizar tantas otras actividades. Pero esto funciona solo como una ilusión que nos sirve para evolucionar. En esencia todos somos "uno" pero en diferentes niveles. La ilusión es solo un medio, no el objetivo de la vida.
Esta escalera del Árbol de la Vida cuenta con 10 diferentes esferas, más una que es invisible. De ésta, se dice que a veces está y otras no. Esta esfera es la del conocimiento, daát. Los Kabbalistas visualizan a daát como un portal sutil hacia kéter.
* Recordemos que la palabra Kabaláh proviene de una raíz hebrea que es kíbel o recibir.

IONE SZALAY


 
 
 

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