miércoles, 15 de diciembre de 2010

Vivir en este mundo; ¿hasta cuándo?

Autor: Rav Dr. Michael Laitman

En un artículo de 1984, explica mi finado maestro lo que podemos hacer -de hecho, debemos- para no tener que volver una y otra vez a este mundo. He aquí una versión editada del artículo titulado Qué grado debemos alcanzar para no tener que volver a reencarnarnos.
En el libro del ARI (Rabí Yitzchak Luria) La puerta de las reencarnaciones está escrito: ``Todos los hijos de Israel deben reencarnarse hasta que se completen con el total de las Naranjay [las cinco luces principales del Creador que están destinadas para llenar nuestras almas]. Sin embargo, la mayoría de los seres humanos aún no cuentan con las cinco luces llamadas Naranjay, sino que solamente con la luz de Nefesh, la cual proviene del mundo de Assiyá''.
Esto significa que cada persona debe corregir solamente su parte -la raíz de su propia alma-, y nada más. Y con esto el hombre completa lo que debe corregir.
Explicación. Todas las almas provienen del alma de Adam HaRishon (El alma colectiva). Pero después del pecado del Árbol del Conocimiento, el alma de Adam HaRishon Es dse quebró en seiscientas mil partes-almas. Es decir, que la Luz única e íntegra que llenaba el alma de Adam HaRishon en el Jardín del Paraíso -denominada Luz Superior en El Libro del Zohar-, se fragmentó ahora en múltiples partes.
Así lo explica Baal HaSulam en su libro Panim Masbirot: ``Después que se mezclaron el bien y el mal, o sea, después del pecado, se les dio a las ``cáscaras'' [las fuerzas egoístas] el poder de aferrarse a la santidad.
Entonces, para que sea posible protegerse de ellas, la gran Luz de la Creación se dividió en minúsculos fragmentos de los cuales las cáscaras no se pudiesen alimentar, por ser tan pequeños.
Como ejemplo legendario, había un rey que quiso enviar una gran suma de dinero a su hijo que vivía al otro lado del mar, sólo que todos los habitantes de la monarquía eran ladrones y estafadores, y el rey no podía encontrar ni un solo emisario leal. ¿Qué hizo? Dividió el dinero en pequeños centavos los cuales fueron enviados por un gran número de emisarios de modo que éstos no encontrasen placer en un robo tan insignificante que les causara deshonrar a su majestad.
Mediante este proceso cronológico y una gran cantidad de almas, la iluminación de los días hace posible el escrutinio de todas las chispas sagradas que fueron arrebatadas por las cáscaras como resultado del pecado del Árbol del Conocimiento, mencionado arriba.
Una gran cantidad de almas hace referencia a la división de la Luz en muchas luces internas. Iluminación de los días es la división en un gran número de luces externas.
Y así se van acumulando las chispas hasta que alcanzan la magnitud de la gran Luz del pecado de Adam HaRishon; y entonces, se logra el fin de la corrección.
Resulta que cada uno nace con sólo una pequeña parte del alma colectiva de Adam HaRishon. Y cuando uno corrige su parte, ya no es necesario que regrese a este mundo en nuevas reencarnaciones.
Por lo tanto, uno sólo puede corregir aquello que le tocó y lo reafirma el ARI en El Árbol de la Vida: ``No existe un día que sea como otro ni una persona que sea como otra. Lo que éste corrige el otro no puede. Así, cada uno debe corregir lo suyo''.
No obstante, debemos saber que cada persona nace con la libertad de elección, ya que nadie nace hecho un hombre de virtud como bien lo expresaron nuestros sabios citando a Rabí Janina Bar Papa: ``El ángel encargado de la concepción toma una gota [de semen], se la presenta al Creador y le dice: ¿Qué será de esta gota? ¿Será valiente o débil, sabio o tonto, rico o pobre?' Pero no le pregunta: ¿Será un hombre justo o un malvado?''.
Esto significa que uno no nace siendo justo, ya que no se pregunta si será un hombre justo o malvado, pues esto se ha dejado en nuestras manos; cada persona de acuerdo a su labor espiritual. De esta manera uno va purificando su corazón y corrigiendo lo que debe, según la raíz de su alma, y así es como llega al final de su trabajo [terrenal].

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