El rabino Eleazar, el predilecto discípulo del rabí Simeón, llamado por antonomasia "llama, celeste" , meditaba sobre las palabras del Salmtsta, que dicen: "Cerca está el Señor del quebrantado"
Eleazar preguntó: "Maestro, ¿por qué es necesario quebrantar el corazón para que D-s se nos acerque?"
El rabino Simeón respondió: "Mi querido hijo, el corazón humano está regido por multitud de fuerzas a causa de las deudas kármicas y cada ligazón es un efecto de pasadas vidas. La inefable luz de D-s no brillará a través de nosotros hasta que hayamos satisfecho todas nuestras obligaciones. Para reflejar una llama se necesita un medio transparente.
Los cuerpos densos y opacos nos transmiten la luz que reciben. Lo mismo sucede con el corazón humano. Cuando se quebrantan sus lazos, se le acerca D-s"
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