El perfeccionamiento de la comunicación sutil con los mundos Suprafísicos es, en sí, una auto-donación. Hay luces que iluminan, pero permanecen invisibles, hay melodías que resuenan en Esferas Internas, pero jamás se dejan oír; hay revelaciones que los fuegos trazan en los éteres, pero se mantienen ocultas para el Universo formal. Inexplicablemente, sin que nadie le vea, le oiga o le sepa, a través de este perfeccionamiento se descubren los caminos de lo Desconocido.
No hay como ir de lo falso a lo verdadero, de izquierda a derecha, sin cruzar el Puente del Corazón- frase que expresa realidades de muchos niveles- desde la transferencia de la energía del sistema de los chacras al del consciente derecho, hasta etapas de la propia realización Espiritual del Ser.
Por el Corazón se llega a un estado de saber sin pensar, deducir sin analizar. Esa Sabiduría es fruto de la Unión que el Corazón teje para aproximar todo lo que existe a la Esencia, hermanando a los Seres en un Amar que los mueve a la Donación y al Servicio.
Pero el Corazón actúa en silencio, y solo tiene consentimiento para hacerlo cuando el Ser irradia sincera aspiración a una existencia regida por el Amor Impersonal.
El Corazón es la Sede de la Unidad. No es como la mente en busca de señales y confirmaciones. Conoce el lenguaje de la Naturaleza, y sabe que ella enseña con el ejemplo y que sus Leyes son adecuadas para los caminos visibles; sin embargo, ve más allá del vacío.
Los caminos abstractos se trazan según Leyes Supranaturales y son descubiertos cuando el ardor del Corazón se intensifica, disipando velos, diluyendo fronteras, permitiendo que el Ser vislumbre el Portal de la Inmortalidad. El permiso para trasponer ese Portal, no proviene de la voluntad, del empeño ni de la aspiración del hombre.
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