La Necesidad por el Amor de los Amigos
Reencarnación y Cabalá
Las almas descienden a la Tierra de acuerdo a un
orden determinado: ingresan al mundo de forma cíclica. Su número no es
infinito: vuelven una y otra vez, progresando en su corrección. Los nuevos
cuerpos físicos que ocupan son más o menos parecidos, pero los tipos de almas
que descienden son diferentes. Esto es lo que se conoce popularmente como
reencarnación. los cabalistas usan la expresión "desarrollo de las
generaciones".
Esta interrelación o
conexión entre el alma y el cuerpo colabora con la corrección del alma. Nos
referimos al ser humano como "alma" y no como "cuerpo". El
cuerpo en sí puede ser reemplazado, como se reemplazan hoy en día los órganos.
El cuerpo es útil sólo como recipiente desde donde el alma puede actuar. Cada
generación se parece físicamente a la anterior, pero difieren una de otra
porque en cada oportunidad las almas bajan con la experiencia acumulada de sus
vidas previas aquí. Llegan con sus fuerzas renovadas por su estadía en el
cielo.
Por lo tanto, los objetivos
y deseos de cada generación difieren de los de la generación anterior. Esto
explica el desarrollo específico de cada una de ellas. Inclusive la generación
que no alcance el deseo de conocer la verdadera realidad o el reconocimiento
divino, cumplirá su tarea a través del sufrimiento. Esa será su forma de
progresar hacia la auténtica realidad.
Todas las almas se originan
en una, llamada "el alma del primer hombre". Esto no se refiere al
Adán que conocemos, sino a una realidad espiritual interna. Partes del alma del
primer hombre descienden al mundo para encarnar, tomando forma de cuerpos y
provocando la conexión entre el cuerpo y el alma. La realidad está diseñada
para que las almas desciendan y se auto corrijan Al encarnar aumentan su nivel
620 veces respecto al nivel inicial. El orden en que descienden a encarnar en
esta realidad va de sutiles a densas.
El alma del primer hombre
consta de muchas partes y muchos deseos, algunos sutiles, otros densos, según
su cantidad de egoísmo y crueldad. Llegan a nuestro mundo primero las partes
sutiles y luego las densas, con sus correspondientes requerimientos de
corrección. Al corregir los deseos más sutiles, pueden luego ayudar a corregir
los más densos, los más problemáticos.
En su descenso al mundo,
las almas han adquirido experiencia a través de su sufrimiento. Esto se conoce
como "el camino del sufrimiento", ya que esta experiencia desarrolla
el alma. Cada vez que reencarna, aumenta su impulso inconsciente de buscar
respuestas a las preguntas acerca de su existencia, de sus raíces y de la
importancia de la vida humana.
Existen, según esto, almas
que son más y menos desarrolladas. Las más desarrolladas tienen tal enorme
urgencia de reconocer la verdad, que no soportan limitarse a los confines de
este mundo. Si se las provee de herramientas correctas, libros adecuados e
instrucción acorde, llegarán a reconocer el mundo espiritual. La Cabalá también distingue
entre almas descendentes más o menos puras o refinadas, según la medida de la
corrección requerida. Las que requieren una corrección mayor son llamadas
"menos refinadas".
Las distintas almas
descendentes requieren diferentes guías y correcciones, específicas para cada
generación, así como líderes adecuados para conducir su progreso espiritual. En
sus libros y grupos de estudio transmiten el método de descubrimiento de la
verdadera realidad más adecuado para su generación. En esta era mediática,
pueden aparecer por televisión, por radio o más comúnmente por Internet.
Al principio (antes de que
apareciera el alma del Ari), reinaba una era de acumulación de experiencia y de
persistencia en el mundo. Progresaban hacia la corrección con su mera
existencia. El sufrimiento acumulado agregó urgencia en la búsqueda del alivio.
El deseo de dejar atrás el sufrimiento fue la fuerza motivadora del desarrollo
de las generaciones.
Cuando en el siglo XVI,
apareció el Ari, declaró que a partir de su generación, los hombres, las
mujeres y los niños de todas las naciones podían y debían introducirse en la Cabalá. Había
llegado el momento del desarrollo generacional en que las almas descendentes
podían reconocer la verdadera realidad, completando su corrección con el propio
método del Ari. Podían cumplir lo que se esperaba de ellas.
Aún en su cuerpo físico, el
alma tiene un solo deseo: retornar a sus raíces. Los cuerpos físicos, en su
deseo de recibir, las arrastran de vuelta a este mundo. Pero el ser humano
desea conscientemente elevar su espíritu. El esfuerzo resultante de la gran
fricción creada por esta dicotomía le ayuda a elevarse 620 veces por encima de
su nivel anterior. Si un alma no completa su tarea, reencarnará en el mundo con
más necesidad de corrección.
A veces creemos que debemos
negar nuestros deseos y anhelos para ser más exitosos en la próxima
reencarnación. Pensamos que no deberíamos desear nada sino un poco de alimento
y estar tirados al sol como un gato. Sin embargo, en la realidad ocurre todo lo
contrario, pues la próxima vez seremos aún más crueles, demandantes, exigentes
y agresivos.
El Creador quiere que nos
colmemos de placeres espirituales, que seamos plenos. Esto sólo es posible a
través de un deseo enorme. Sólo mediante un deseo corregido podremos alcanzar
realmente el mundo espiritual, tornándonos fuertes y activos. Un deseo pequeño
no nos hará mucho daño, pero tampoco mucho bien. El deseo "corregido"
sólo funciona a partir del estímulo correcto. No lo poseemos automáticamente, sino
que lo adquirimos mediante el estudio correcto de la Cabalá.
Existe una pirámide de
almas, basada en el deseo de recibir. En su base se encuentran muchas almas con
pequeños deseos terrenales, buscando una vida confortable de tipo animal:
comida, sueño, sexo. El nivel siguiente, con menor número de almas, contiene
aquéllas que desean adquirir riqueza. Se trata de personas deseosas de dedicar
su vida entera a hacer dinero y aún a sacrificarse en aras de la riqueza.
A continuación se
encuentran las que harían cualquier cosa con tal de controlar a los demás,
gobernar y alcanzar posiciones de poder. Otras aún menos numerosas poseen un
deseo todavía mayor por conocer: son los científicos y académicos que pasan su
vida empeñados en un descubrimiento específico, sin interesarse por ninguna
otra cosa.
El deseo más intenso,
compartido sólo por unos pocos, es el de alcanzar el mundo espiritual. Todos
están incluidos en la pirámide.
El hombre a su vez posee la
misma pirámide de deseos en su interior, la cual debe invertir, de modo que el
peso vaya al deseo más puro, el deseo infinito de verdad. Debe rechazar y
descartar sus deseos terrenales, poniendo todos sus esfuerzos y energía en
aumentar el deseo de espiritualidad. Lo logrará estudiando de la manera
correcta.
Cuando realmente buscamos
aumentar el anhelo de espiritualidad, la Luz Circundante ,
el mundo espiritual oculto, comienza a reflejarse en nosotros, provocándonos
desear aún más. En esta etapa, resulta crucial estudiar en grupo bajo la guía
de un cabalista [ver el capítulo "Cómo estudiar Cabalá"].
El mayor cambio que
observamos en las almas que descienden hoy, radica en su deseo definido de
lograr un sistema espiritual. Hasta la gente común busca algo más allá de este
mundo, algo espiritual.
Aunque esta
"espiritualidad" todavía incluye todo tipo de atajos, trucos mágicos
y grupos esotéricos que prometen respuestas a sus seguidores, indica una
búsqueda de la auténtica realidad. Si las almas de esta generación aumentan más
su deseo, probablemente hagan surgir un método nuevo adecuado para ellas.
En los últimos quince años
se ha activado y acelerado el descenso de las nuevas almas. Su deseo es mucho
mayor y más genuino. Quieren lograr la auténtica verdad y nada más.
Cuando comprendamos
realmente cómo se nos aplica y nos afecta la realidad, dejaremos de hacer lo
prohibido e insistiremos en hacer lo correcto. Entonces percibiremos la armonía
existente entre nosotros y el verdadero mundo.
Mientras tanto, abusamos y
luego nos damos cuenta de que hemos abusado. No podemos escapar a dicha
situación. Es por ello que la humanidad se encuentra en un callejón sin salida,
inmersa en dificultades cada vez mayores. Descubriremos que no nos queda otra
alternativa sino reconocer el mundo espiritual del cual formamos parte. Este
reconocimiento nos conducirá a una nueva situación, en la que comenzaremos a
actuar conscientemente al unísono y no como individuos aislados.
Todos estamos conectados en
una alma, de una generación a otra. Compartimos una responsabilidad colectiva.
Es por ello que el cabalista es considerado "fundador del mundo".
Afecta al mundo entero y el mundo entero lo afecta a él.
(Steps of the ladder, 1984, 2nd essay)
No hay comentarios:
Publicar un comentario