lunes, 22 de abril de 2013

HABÉIS ORDENADO

 todo con medida, con número y con peso.                                      ( Sabiduría XI-21)

El esoterismo al cual se hace tanta alusión en nuestra época, demanda un retorno a su verdadero lugar. Es en el siglo XIII que el exoterismo suplanta al esoterismo. Los signos plásticos en la ARQUITECTURA lo indican por la supresión del arco en pleno centro y la aparición del arco quebrado en tres partes; en ESCULTURA y en PINTURA es el envanecimiento en el naturalismo; en MÚSICA la supresión del canto monódico y aparición de la polifonía; en las LETRAS las discusiones filosóficas y la rebeldía contra la autoridad espiritual señala el comienzo de una nueva visión en los modos de expresión del Arte. Se ve en lo “social” la in-gerencia de los laicos en la clerecía y otra indicación de la espiritualidad perdida fue el reemplazo de las “marcas de fábrica” por la firma particular. Durante mucho tiempo, cuando el trabajo era ejecutado por el valor del trabajo en sí y no para beneficio personal, se trataba de una verdadera espiritualidad.                                       

Se conocen estos epónimos que encubren la personalidad de algunas colectividades iniciáticas. Hay que recordar que Homero, Ulises, Aquiles, etcétera, son otros tantos nombres de comunidades esotéricas escondidas bajo el nombre de un solo personaje. He citado más de una vez a HERMES TRISMEGISTO como tres Colegios Iniciáticos. Hay que insistir en Salomón que, como símbolo masónico, puede representar las dos columnas (la una es el Sol: SOL, y la otra la Luna: MOON) con el frontón triangular en el cual está la “palabra sagrada” representada algunas veces por el ojo del G:. A:. D:. U:., pero que se encuentra frecuentemente bajo el aspecto de un “Yod” (décima letra del alfabeto hebraico) y que es más acertada como los orientales la representan mediante la letra sánscrita tan popularizada por la Teosofía, se trata del AUM de los mantrams (el OM que aparece en cada oración o salutación entre los hindúes). Tenemos, pues, Salomón (SOL-OM-MOON) como símbolo de la Gran Transmutación. Las dos polaridades (positiva: Sol, el macho; negativa: Luna, la hembra). El Pingala-Ida de los Yoghis, el “Solve-Coagula” de los ocultistas, el Yang-Yinn de los chinos, etcétera, religados (como están Re-ligadas la ciencia y la filosofía por aquello que era verdaderamente, en otros tiempos la Religión y que equivale al SABER en nuestros días) por la palabra sagrada (AUM es la Triología Padre-Hijo-Espíritu Santo, Brama-Vishnú -Shiva, el Aquil-el Aqlu-El Maqul, etcétera) que simboliza la realización, es el YUG. 

Esta transmutación es el secreto de la Piedra Filosofal, es el KetherHochmah-Binah de la Qabbalah. Así, las dos polaridades (las dos columnas), religadas por el símbolo central (el OM), indica la síntesis de las posibilidades humanas. Desde luego, es posible que Salomón, Aquiles, Hermes, etcétera, fueran personajes, individuos, pero esto no resta nada al valor simbólico; cuántos Discípulos han realizado un trabajo bajo el nombre de su Maestro. 

Hay Misterios, una Doctrina Secreta, una Enseñanza Tradicional, una Lección que viene de los Orígenes y se perpetúa a través de los tiempos, velada por la necesidad de las cosas. (Lámina 49). La Iniciación es la Tradición organizada y conservadora de las Ciencias Sagradas. Todo lo que es glorioso será recubierto de un velo (Isaías IV-5) y comprendemos que a través de los siglos se transmitió de labio a oído, de Maestro a discípulos: una enseñanza de Ciencias Secretas que si no fue siempre posible darla en Santuario, fue vertida al mundo profano bajo la forma de símbolos reconocidos solamente por los “Iniciados”, por aquellos advertidos por la “clave”. Está dicho en el Zohar (I-118-a): “El Santo, bendito sea él, no quiere que los Misterios sean divulgados en este mundo, pero cuando se aproxime la época mesiánica, aún los mismos niños conocerán los misterios de la Sabiduría, sabrán todo lo que debe llegar al final de los tiempos gracias a los cálculos”. Se trata allí de la ciencia astrológica que se desarrolla cada vez más y se convertirá en la síntesis de los conocimientos, como lo fue en otros tiempos pero del dominio solamente de privilegiados. La Astrología, Ciencias Sagrada (de donde nacieron la astronomía y la medicina) hoy en día no es más que un atributo de sociedades secretas; poco a poco, sin embargo, su enseñanza sale de las logias y se presenta al público, bajo el aspecto de la horoscopía a fin de llamar la atención, pero esta forma elemental del arte conjetural será muy pronto reemplazada por la verdadera ciencia astral, que demanda evidentemente mucho más conocimiento que el vago simbolismo zodiacal. 17 La moderna Cosmobiología, expresión de síntesis de la verdadera ciencia astral, ha de ser considerada por su aplicación a todas las ramas del Saber, como la Ciencia de las Ciencias “Gracias a los cálculos” dice el Zohar; en efecto, es del número de donde emana todo símbolo; no es precisamente en el número que está el misterio, sino en el paso del número al ciclo de los números. Ninguna meditación es posible  sobre el número 1; el movimiento empieza con el 2, ya que al nivel del Ser aparece la conciencia del SI, que hace posible el ternario por la acción de “el conocedor” de “lo conocido” y del “conocimiento” (precesión del Padre - Hijo y Espíritu Santo, o la Triología Vida - Forma - Pensamiento). En fin, para que sea posible la encarnación se necesita el 4, pero para que la experiencia sea completa se necesita un antagonismo (símbolo de las baldosas blancas y negras en las Logias Masónicas); son entonces los dos ternarios que se enfrentan (dos triángulos entrelazados en el símbolo del Sello de Salomón, Estrella de seis puntas llamada de David). Es el nacimiento del 6 (cumplimiento de la creación). 

Tenemos, pues, las 6 etapas (los 6 días del Génesis), henos aquí ante esas primeras palabras de la Biblia (véase el texto original):*

“Bereschith bara Elohim eth ha-schamain v’eth ha-aretz”

“El creó seis” (Bara-Schith)

“Seis en el principio” (Bereschith)

Está sin duda fuera de lugar insistir sobre el hecho de que Moisés (en el Sepher Yetzirah) consagra 10 capítulos a la palabra “Bereschith”; desde entontes esta palabra ha sido causa de muchas controversias…

Quiero recordar solamente que los 6 días del Génesis son un símbolo de la naturaleza divisible y dividida (es el cumplimiento de la involución por la organización interna del Alma Universal, el número 6 que el 4 hace posible y que el 5 comienza a animar). Continúo con mi pensamiento “Dios creó al mundo en 6 días y en el séptimo descansó”. Henos entonces ante el famoso “septenario”: los 7 planetas de la Astrología Tradicional, los 7 chakras de los yoghis, las 7 glándulas endocrinas principales del cuerpo humano, los 7 colores importantes, las 7 notas musicales, etcétera.

Habéis ordenado todo con medida, con número y con peso (Sabiduría XI-21) En el “Sepher” se dan muy bien los detalles de aquellas relaciones que existen entre números, planetas, letras, etcétera.

(Capítulo V, vers. 4-5) “Siete letras dobles. Él las ha trazado, tallado, mezclado, equilibrado. Él creó con ellas: los planetas, los días de la semana, los orificios de la cara. Hizo reinar el ‘Beth’ y ciñó con una Corona (es el “Kether” de la Qabbalah) y los combinó uno con otro y creó con ello a Saturno en el mundo, el Sabbat (sábado) en el año, la boca en las personas”. Etcétera.*

Es, pues, con los números que comienza todo el misterio y ellos mismos son ya misteriosos por el solo hecho que ya hemos visto. Hay, en efecto, tres claves; nos sería difícil analizar en detalle esta cuestión, como todas las otras, que por lo demás pertenece a este dominio tan complejo.

Primera clave: el valor esotérico de las letras.

Se sabe que los alfabetos se construyeron sobre valores numero-lógicos  en primer término. Evidentemente hoy en día en casi todos los alfabetos se ha perdido el sentido de estas bases. El hebreo aún ofrece, como otras lenguas madre, esta característica de poder ser cifrado. Sabemos que las 22 letras principales del alfabeto hebraico tiene un número de orden del 1 al 22, pero que, además, ellas tienen un valor guamétrico que está en relación con la geometría antigua. Los valores guamétricos sirven para las operaciones llamadas de “Guametría”, que consisten en tomar el valor de las palabras en números o inversamente (mientras que en “Notárica” se seleccionan letras para constituir las palabras), y esclarecer así el valor de las palabras en sí mismas y en seguida la verdadera significación de las frases.

La Segunda clave consiste en el valor secreto de los Números.

* Se trata del Sepher Yetzirah, del cual existen varias versiones. En el alfabeto hebreo, por ejemplo, hay cifras que recuerdan un orden; luego los valores guamétricos y en seguida los valores esotéricos que son los 22 polígonos regulares que se inscriben en el círculo por la progresión en ángulos siguiendo una forma de física antigua  Tenemos, pues, Aleph-Beth-Ghimel-Daleth-He, etcétera, que tienen un número de orden 1-2-3-4-5, etcétera. Luego intervienen los valores guamétricos del 1 al 10 para las 10 primeras letras (hasta Yod), entonces continúa el 20 (para la letra Kaph), 30 (para Lamed), 40 (para Mem), etc. Pero en los valores esotéricos el orden es:

3-4-5-6-8-9-10-12-15-18-20-24-30-36, etcétera.

Está dicho en el “Sepher” que todas las letras después de haber sido mezcladas, etcétera, salen por 231 puertas y que todas las palabras surgen bajo un mismo nombre. El número de combinaciones que las 22 letras pueden suministrar está entonces en, contado de dos en dos:

21 x 22 ./. 2  = a 231.  Es el principio de los valores secretos.

La fórmula 18,  es entonces: V.S. de un  Nº = N(N+1) ./. 2

Se sabe que el valor secreto de un número es lo que constituye verdaderamente (lo visible y lo invisible). Así, 5 está constituido por 1 más 2 más 3 más 4, es decir, que cinco esta construido sobre la suma de 1, 2, 3 y 4 y en seguida de aquello que es visible, es decir 5; lo que da entonces por todo 15.

Y bien, según esa fórmula anterior, tendremos entonces 5 x 6 ./. 2 = a 15, como verificación. Así  V.S. de 5 es 15.

La Tercera clave es el misterio de las letras-madre con las transmutaciones de los elementos.

 Nosotros entramos aquí en un dominio verdaderamente oculto en el cual se hace necesario el conocimiento de la arqueometría; este sistema poco conocido es el Canon del Arte Antiguo, es el transportador de las ciencias universales, la clave básica de las filosofías antiguas.

Hemos visto que es con el número que comienza todo el misterio; desde los primeros versículos del Génesis, se trata del número, y se siente toda la importancia, ya que desde el principio de las Revelaciones bíblicas es cuestión de numerología.

___________

18 Esta es la fórmula del Génesis “cruzaos y multiplicaos”.

Hemos obtenido en principio 7 como punto de partida; este número, a pesar de su carácter sagrado, forma parte de los “números humanos”. Es por esto que desde el principio se trata de la Creación con el número 6 y su culminante 7, este es el resultado de 3 más 4, lo que le hace proceder de los “números Divinos”. El siete puede estar fácilmente simbolizado por la serpiente mordiéndose la cola (ya empleada para una muy alta significación en la mitología egipcia). 7 es el símbolo del Infinito numerado en su retorno al principio (Bereshith!). La creación esta acabada, Dios “reposa” (retorna sus primeros pensamientos, a su “principio”). 

El siete es un número helicoidal: el cuadrado y el cubo se prestan a múltiples combinaciones. Está el ejemplo de relación entre 35 y 49, tenemos 352  igual a 1.225, valor secreto de 49 y además 1.225 está en relación con 325 (V. S. de 25, de donde surge una conexión entre 5 y 7, 5 por 7 igual a 35). Esto lo veremos al hablar de música. Siete es la idea del complemento, pero también de la consumación y del retorno de las cosas (la característica de la Reencarnación, transmutación).

No es solamente en la Biblia que este septenario es tan importante, sino que en todas las escrituras se la encuentra. Los musulmanes tienen otra manera de vislumbrar las revelaciones, pero la simbólica-matemática está lejos de ser débil.  Desde el principio del Corán se encuentra el “septenario” en el número de los versículos; en efecto, el Corán, que está dividido en 611 “Aschrs”, contiene 6.236 versículos, de los cuales 7 están en el primer capítulo y 8 en el último (la surata 102 es “La respuesta de los Números”).

El siete, que es el símbolo reencarnador, transmutador, caracteriza la FATIHA (primera página del Corán) y el 8, símbolo de la Madre Universal que encierra en su seno el conjunto de los seres nacidos de la multiplicidad, caracteriza el último capítulo del Corán titulado “Los Hombres”. ¿Podría retranscribir lo que para cerca de 240 millones de seres es el principio de la obra maestra literaria? He aquí la Fatiha (principio del Corán):

“Bismi Allahi er-Rahmani er-Rahim.

El Hamdu Lillahi Rabbi el-Aalamin

Er-Rahmani er-Rahim

Maliki Yanmi ed-Din

lyaka Na’budu wa-iyaka nasta’in

Ihdina es-ciraka el-Mustaquim

Cirata Elladhina An’Amta Alayhim

Ghayri el-Magdubi Alayhim wala ed-Dallin”.

“En el nombre de Dios, el Clemente, el Misericordioso, Alabanza a Dios,

Maestro del Universo…”, etcétera.

Se sabe que los Musulmanes creen en un Dios Único a quien rezan cinco veces al día; esto es lo que los separa de los Cristianos que rinden culto a tres personajes (y a un gran número de otros, en lo que concierte a los católicos romanos). No hay, pues, iconografía; sin embargo, como sabemos, entre los árabes el arte existe en una forma muy importante. Evidentemente, en pintura, los Cristianos han podido representar Cristos, Vírgenes, Santos, Ángeles, etcétera, una infinidad de motivos, inexistentes entre los musulmanes, quienes no rinden culto más que a Dios y no tienen en sus lugares de oración (las Mezquitas) ninguna representación personificada, ni aún la de su Profeta Alí Mohamed.

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Serge Raynaud de la Ferriere


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