martes, 30 de julio de 2013

LA CORONA y el REINO

Kéter y Máljut conforman una unidad y dualidad al mismo tiempo. Son dos Sefirót solitarias. Una es la unidad del principio -uno- y la otra es la unidad del fin -10-
El Árbol de la Vida está formado por 10 esferas, entre las que destacan la primera denominada Kéter y que se ubica arriba de todo y, la última o décima, máljut. Kéter significa corona y máljut, Reino. Simbólicamente, la relación entre la corona y el reino nos indica que no existe reino sin corona y que, al revés, tampoco hay conrona sin reino.
El reino o máljut se refiere a nuestra vida cotidiana o manifestada, la del ser humano en general, y kéter sería la luz de la coronación de nuestras vidas. La corona es un símbolo medieval con connotaciones simbólicas de oro y piedras preciosas. ¿Por qué? Porque la corona representó un estado de conciencia: es algo que se coloca sobre nuestras cabezas y la cabeza es aquello que coordina la vida, relacionándose con el aura, la iluminación, la lucidez y el verdadero sentido de la existencia. Entonces, el planteo del Kabbalista nos muestra que generalmente nuestra vida diaria -reino- no tiene este sentido -corona-, y al no tenerlo, estamos viviendo en un "reino sin corona".
De hecho, el espíritu y las cualidades del alma son niveles que uno tiene que ir consiguiendo por mérito propio. Si algo está dormido o latente y no se usa, es como si no se tuviese. Todos somos parte de Di-s, pero en la medida en que no manifestamos nuestras conciencias más sutiles, permanecemos en estado latente y sin realizarnos. La metáfora del reino es aquéllo que es "real", la "realidad" y la "realeza".
El Kabbalista nos enseña a recibir * o a reconectarnos con nuestro ser esencial. Si se busca con el corazón en un momento de gracia e iluminción, uno recibe una revelación acerca de la verdadera realidad. Estos son los grandes momentos que hay en la vida: uno despierta, como si se corriera un velo. En otras palabras, todo el estudio del árbol de la Vida busca unir estos dos planos, como si pensáramos que máljut es el plano inferior y kéter el plano superior.
También podemos decir que máljut es el alma y kéter es Di-s y, el Árbol de la Vida es aquella escalera compuesta por 10 esferas. donde el ser humano puede llegar a Di-s y Di-s, recíprocramente, al hombre. En relación a ésto la Kabbalah sostiene que "el hombre se diviniza en Di-s y Di-s se humaniza en el hombre" Coronar el reino es unir kéter con máljut.
La Kabbaláh es la sabiduría que busca la unificación, por eso se dice que el Árbol de la Vida es el aprendizaje de la unidad y la integración. Pero en realidad, las cosas ya están en esencia unificadas. Lo que sucede es que nosotros al descender a este mundo necesitamos de la dualidad para poder crecer, aprender, vincularnos, cambiar, trabajar y realizar tantas otras actividades. Pero esto funciona solo como una ilusión que nos sirve para evolucionar. En esencia todos somos "uno" pero en diferentes niveles. La ilusión es solo un medio, no el objetivo de la vida.
Esta escalera del Árbol de la Vida cuenta con 10 diferentes esferas, más una que es invisible. De ésta, se dice que a veces está y otras no. Esta esfera es la del conocimiento, daát. Los Kabbalistas visualizan a daát como un portal sutil hacia kéter.
* Recordemos que la palabra Kabaláh proviene de una raíz hebrea que es kíbel o recibir.

IONE SZALAY


 
 
 

domingo, 30 de junio de 2013

PENSAMIENTO y SENSACIÓN

Pregunta: ¿Cómo está conectado el pensamiento con la sensación en la creación?
 
Respuesta: Maljut que eleva su petición, el punto negro de deficiencia, es la sensación. Pero esta sensación no puede asumir un cierto carácter, volumen, o forma si no se incorpora en Jojma y Bina. Estas dos fuerzas tienen el propósito de construir una forma llamada Adam que se asemeja al Creador, sin el deseo crudo y sin forma.
Después que se eleva la petición a Jojma y Bina, comienzan a operar en él dos fuerzas opuestas. Una sola fuerza que no puede establecer la dirección y tiene que haber dos fuerzas que operen en diferentes direcciones. La fuerza de recepción y la fuerza de otorgamiento construyen una forma que es similar a Keter sin la materia prima, sin la deficiencia del inferior.
Tanto Jojma como Bina salen de Keter y así Maljut se eleva a ellos y les pide: "constrúyanme como Keter dado que ustedes salen de Keter y lo conocen. Así que por favor háganme como él". Este es todo nuestro llenado.
Maljut no sabe qué es Keter, puesto que él está Arriba. Es el "ápice de la Yud" que nosotros alcanzamos. Pero "de Tus acciones Te conoceremos", es decir que entenderemos al Creador de acuerdo a lo que se ha hecho con nosotros, por lo tanto, esto es llamado un pensamiento.
Ustedes no necesitan ser muy listos para cumplir con esto, puesto que entre menos sabios se vuelvan y cuanto más cercanos estén de su realidad interna, mejor. La sabiduría espiritual no depende de la mente corpórea. Ningún cabalista es más sabio que la gente común y ni nació genio, sino que tiene la capacidad promedio dentro del marco de este mundo.
La necesidad por la espiritualidad no es el resultado de capacidades mentales o incluso emocionales adicionales. Es algo totalmente independiente de los atributos corporales. De tal manera que no hay nada de qué preocuparse; si ustedes tienen un deseo que los obliga a sentarse y a estudiar, esto es suficiente. Es una señal de que pueden desarrollarlo, y no por medio del conocimiento y los diferentes debates. La sabiduría viene más adelante, como resultado del alcance espiritual. En primer lugar, ustedes descubren la sensación y sólo entonces crecen en sabiduría debido a esto. Funciona de una manera relativamente opuesta a este mundo en el que, cuanto más fríamente piensen, como un ordenador o una máquina, mejores cálculos hacen y más sabios son.
En la espiritualidad es todo lo contrario dado que la vasija espiritual está basada en la emoción, en el deseo de disfrutar. Todas las cuentas están en el deseo de recibir. Si ustedes no rompen este deseo y empiezan a jugar con él, no tendrán nada con que trabajar. ¿Cómo más alcanzarán la sensación, la comprensión y el alcance?
Un pensamiento es la fuerza de Bina y Bina está basada totalmente en una sensación fuerte, ya que es el nivel de Jojma que quiso parecerse a Keter. Es como un invitado que descubre que quiere ser como el anfitrión, dado que de lo contrario no puede existir.
El problema no es sólo existir, sino existir en la Luz del anfitrión. Pero esto es imposible si ustedes no le pagan de vuelta tratándolo al menos tan bien como Él los trata a ustedes. No pueden pagarle a Él como en un restaurante y compensarlo por los gastos que realizó en la preparación de los refrigerios para ustedes, por el costo de los productos, el combustible, el trabajo, más el 20%. Él espera de ustedes una sensación que se revela en el pensamiento, en Bina. Todo se cumple en la vasija de la sensación. De tal manera que todo nuestro avance se deriva de la decepción, de la tensión y de una sensación de escasez económica, que traducimos a una deficiencia espiritual.
(107548)

Rav Michael Laitman

sábado, 29 de junio de 2013

SHIAJ y REDENCION

¿En que Cuerpo Retornará un Alma Reencarnada?
Pregunta:
Si un alma reencarna en cuerpos diferentes, ¿a cuál retornará en la época del Mashiaj?
Respuesta:
Gran pregunta.
Sin embargo primero debemos explicar por qué un alma reencarna en otro cuerpo.

Un alma reencarna cuando no cumplió con todas sus obligaciones durante su permanencia en un cuerpo específico. La persona puede haber completado su misión particular en este mundo; sin embargo el alma debe completar los 613 mandamientos para completar sus 613 componentes. Por lo tanto el alma desciende una y otra vez para finalizar su tarea.

Todo cuerpo que ha sido habitado por el alma, la asistió en el cumplimiento de su misión. Esos componentes del alma que fueron rectificados a través de las mitzvot cumplidas por un cuerpo en particular siempre mantienen una conexión con ese cuerpo, y volverán a ese cuerpo para revivirlo en la Resurrección de los Muertos. En resumen, esto significa que las almas se dividirán en diferentes cuerpos.

¿Cómo puede ser posible? Se preguntará. El alma Divina es un reflejo de su fuente infinita, Di-s mismo, y por lo tanto tiene la capacidad de vivificar cualquier cantidad de cuerpos. En efecto, de acuerdo a las enseñanzas místicas, el alma completa de una persona nunca está "investida" en su cuerpo. Sólo un rayo del alma desciende al cuerpo, pues de otro modo sería completamente avasallado por la intensidad brillante del alma.

POR DOVID ZAKLIKOWSKI
Dovid es parte del equipo editorial de Chabad.org y miembro de "Pregunte al Rabino".

 

 

 

 

 

 


 


domingo, 23 de junio de 2013

VEINTIDÓS LETRAS

La conjunción de las veintidós letras del alfabeto hebreo sumado a las diez sefirót representan la expresión articulada de todos los aspectos de la vida expandidos desde la Esencia del Creador. Dicha conjunción establece los códigos fundamentales de la Kabalá, denominados por los Mekubalím (Sabios de la Kabalá): el lenguaje de las ramificaciones /sfát haAnafím El lenguaje de las ramificaciones se articula a través de los conductos o ramas por los cuales fluye la energía de la vida. De esta forma cada rama del Árbol de las Vidas se relaciona con su rama próxima hasta unirse todas ellas en el Infinito (Ein -Sof), la raíz que las generó. A través de la aplicación consciente del lenguaje de las ramificaciones /sfát haAnafím el hombre puede discernir en su voluntad y deseo, dándole así forma a sus pensamientos tal como está expuesto a continuación.

- La sefirá Jésed (entrega, generosidad...), es la energía que sostiene a todos los procesos creativos tanto materiales como espirituales. Todo proceso creativo, todo comienzo, es generado por una entrega, por una voluntad.

- La sefirá Guevurá (superación, límite, coraje ...) , es la energía que limita y le da forma a Jésed / entrega . En el Etz Jaím (el Arbol de las Vidas), la sefirá Jésed está conectada a la sefirá Guevurá por la letra alef , primera letra del alfabeto hebreo 

Jésed - Guevurá es la primera dirección que surge en el Arbol de las Vidas, ya que Guevurá constituye las limitaciones que surgen en cualquier comienzo, es decir que ante cualquier iniciativa surge la correspondiente Guevurá. 

Esas limitaciones y "dificultades" generadas por Guevurá no representan un obstáculo, sino que nos ayudan a delimitar nuestro contacto con la realidad, haciéndonos discernir entre lo real y lo imaginario. Ante las limitaciones tomamos conciencia de cuán real es nuestra voluntad y deseo, percibiendo si éste se desvanece o se fortalece ante las dificultades.

- La sefirá Jojmá (sabiduría, pensamiento de la Creación ...) es la energía que nos ayuda a sobreponer las limitaciones generadas por la sefirá Guevurá . La segunda dirección que observamos en el Arbol Sefirótico es la letra bet , segunda letra del alfabeto hebreo, que conecta la sefirá Jésed con la sefirá Jojmá. Esto significa que ante las limitaciones generadas por Guevurá tendremos que sobreponernos elevando la sefirá Jésed a Jojmá. Debemos encontrar la sabiduría que nos ayude a superar las limitaciones y dificultades consolidando nuestra voluntad y deseo. Esto sucede siempre y cuando nuestra voluntad y deseo se encuentren en armonía con las leyes de la Creación. De lo contrario, toda esa realidad se desvanecerá en el tiempo y en el espacio sin que quede recuerdo alguno de ella.

Es interesante notar que Jésed y Guevurá se encuentran en el mismo plano mientras que Jojmá está en un plano superior. Ello ocurre constantemente en el ámbito espiritual : para lograr llegar a la Jojmá / sabiduría debemos elevarnos por encima de nuestra realidad, o sea por sobre las dificultades y limitaciones. Tendremos que llevar nuestro grado de entrega, nuestro deseo de bien, a un plano superior transformando así nuestro egoísmo en altruismo. La Jojmá sola no es suficiente. A ella deben acompañar el entendimiento y la inteligencia a través de los cuales se aplica la sabiduría.

- La sefirá Biná (entendimiento, inteligencia ...) es la energía que consigue dar forma y discernimiento a la Jojmá /sabiduría, para que ésta pueda ser aplicada. Esto sucede cuando nuestra voluntad se proyecta por encima de nuestros intereses particulares, entonces surge la dirección guimel , tercera letra del alfabeto hebreo, logrando así extraer las limitaciones de la†sefirá Guevurá y transformarlas en coraje y superación para elevarnos a la sefirá Biná.

- Kéter (corona ...) es la raíz desde la cual se genera la energía que vivifica los mundos. Kéter es el contacto con el Infinito / Ein - Sof. La cuarta dirección en el Arbol Sefirótico es la letra dalet , cuarta letra del alfabeto hebreo, que conecta la sefirá Kéter con Tiféret.

- La sefirá Tiféret (armonía, manifestación equilibrada del deseo y la voluntad de dar y beneficiar... ) es activada por la sefirá Kéter manifestando armonía y equilibrio sólo cuando el trabajo del hombre es completo e íntegro en su contacto con Jésed / generosidad y Guevurá /superación de los límites. Es entonces cuando el hombre recibe Jojmá y Biná, Sabiduría e Inteligencia Superior tanto en los planos espirituales como materiales, siendo que sus acciones se dirigen al beneficio colectivo y no a un mero acto egoísta. 

Este proceso se desarrolla inexorablemente abarcando la totalidad de los aspectos de la Creación. Lo observamos al culminar cada ciclo de manifestación, es decir, en la resolución de las tensiones temporales de corto o largo alcance y, a veces, sólo al término de largos períodos. El proceso de elevar Jésed y Guevurá a Jojmá y Biná, se puede comparar con el ejemplo del agricultor que con su esfuerzo y perseverancia trabaja la tierra, pero depende de las lluvias para obtener el fruto. Las lluvias, lo superior, traen beneficio al mundo como la sefirá Kéter al manifestarse en la sefirá Tiféret. Cuanto mayor es el trabajo del hombre en pos del refinamiento de sus deseos y voluntad de dar, traducidos en actos concretos - mitzvót y no en mera especulación mental - mayor será su aptitud para recibir los grados superiores de la Luz Infinita, lluvias superiores provenientes de Kéter. Quien desea dar siempre tiene, puesto que su voluntad y deseos están en armonía con la Luz Infinita/Or Ein- Sof, y por lo tanto con las leyes objetivas que rigen la vida. 

Quien recibe Jojmá y Biná superiores, por su completitud e integridad, genera beneficio y abundancia/shéfa a todos los seres. Esa abundancia/shéfa es la dirección dalet que trae armonía/Tiféret al mundo directamente de la fuente que la genera, la cual se halla representada en el Arbol de las Vidas por la sefirá Kéter. Es justamente Kéter, la corona, que está por encima de todo y nutre a todo con GENEROSIDAD SUPERIOR/ JESED ELION.

Rab Haim D. Zukerwar


viernes, 10 de mayo de 2013

N.U.M.E.R.O.L.O.G.I.A

Las Santas Escrituras dicen "tú lo haz hecho todo según NUMERO, MEDIDA  y PESO". 
 El número UNO es el primer atributo, La Eternidad; el DOS es la Extensión Infinita, y el TRES la Substancia.

1 - La Eternidad se liga al Tiempo, con su triple división: Pasado, Presente y Futuro; y el Tiempo se liga al NÚMERO.

2 - La Extensión da origen al Espacio, con sus tres dimensiones: Longitud, Latitud y Espesor; y el Espacio, se liga a la Medida.

3 - La Substancia, eterna e infinita, da origen a la Materia, con sus tres estados: Sólido, Liquido y Gaseoso; y la Materia, se liga al Peso.

La Eternidad corresponde al PADRE, la Extensión al HIJO, y la Substancia al ESPÍRITU SANTO. 

El Uno engendra al Dos y el Dos al Tres y estos Tres números a todos los demás.

Los Sabios de la antigüedad establecieron los siguientes enunciados:

1º - Los números son los símbolos representativos de los Principios Eternos que rigen el proceso secreto de la Creación.

2º - Cada número representa una fuerza en actividad que contiene la Conciencia del poder del que es atributo.  

3º - Operando a través de la energía que anima los Cuerpos y los Seres, la Conciencia de cada número modela el crecimiento de cuanto existe y es el factor determinante de todas las Realidades.

4º - Como símbolos de tales Principios, los números están íntimamente asociados con la Conciencia del Hombre, y por su intermedio cada individuo establece simultáneamente la relación que existe entre el Pensador, el Pensamiento y el Objeto Pensado.

5º - Establecida la relación simultánea entre el individuo y el Mundo Exterior, cada Ser se mueve a impulso de las reacciones que las concordancias numéricas le inspiran y obtiene su desarrollo de acuerdo con la Armonía existente entre su pensamiento y el carácter de las influencias que lo rodean.


Víctor Hugo Alvarez                                                                                                                                                     

lunes, 22 de abril de 2013

HABÉIS ORDENADO

 todo con medida, con número y con peso.                                      ( Sabiduría XI-21)

El esoterismo al cual se hace tanta alusión en nuestra época, demanda un retorno a su verdadero lugar. Es en el siglo XIII que el exoterismo suplanta al esoterismo. Los signos plásticos en la ARQUITECTURA lo indican por la supresión del arco en pleno centro y la aparición del arco quebrado en tres partes; en ESCULTURA y en PINTURA es el envanecimiento en el naturalismo; en MÚSICA la supresión del canto monódico y aparición de la polifonía; en las LETRAS las discusiones filosóficas y la rebeldía contra la autoridad espiritual señala el comienzo de una nueva visión en los modos de expresión del Arte. Se ve en lo “social” la in-gerencia de los laicos en la clerecía y otra indicación de la espiritualidad perdida fue el reemplazo de las “marcas de fábrica” por la firma particular. Durante mucho tiempo, cuando el trabajo era ejecutado por el valor del trabajo en sí y no para beneficio personal, se trataba de una verdadera espiritualidad.                                       

Se conocen estos epónimos que encubren la personalidad de algunas colectividades iniciáticas. Hay que recordar que Homero, Ulises, Aquiles, etcétera, son otros tantos nombres de comunidades esotéricas escondidas bajo el nombre de un solo personaje. He citado más de una vez a HERMES TRISMEGISTO como tres Colegios Iniciáticos. Hay que insistir en Salomón que, como símbolo masónico, puede representar las dos columnas (la una es el Sol: SOL, y la otra la Luna: MOON) con el frontón triangular en el cual está la “palabra sagrada” representada algunas veces por el ojo del G:. A:. D:. U:., pero que se encuentra frecuentemente bajo el aspecto de un “Yod” (décima letra del alfabeto hebraico) y que es más acertada como los orientales la representan mediante la letra sánscrita tan popularizada por la Teosofía, se trata del AUM de los mantrams (el OM que aparece en cada oración o salutación entre los hindúes). Tenemos, pues, Salomón (SOL-OM-MOON) como símbolo de la Gran Transmutación. Las dos polaridades (positiva: Sol, el macho; negativa: Luna, la hembra). El Pingala-Ida de los Yoghis, el “Solve-Coagula” de los ocultistas, el Yang-Yinn de los chinos, etcétera, religados (como están Re-ligadas la ciencia y la filosofía por aquello que era verdaderamente, en otros tiempos la Religión y que equivale al SABER en nuestros días) por la palabra sagrada (AUM es la Triología Padre-Hijo-Espíritu Santo, Brama-Vishnú -Shiva, el Aquil-el Aqlu-El Maqul, etcétera) que simboliza la realización, es el YUG. 

Esta transmutación es el secreto de la Piedra Filosofal, es el KetherHochmah-Binah de la Qabbalah. Así, las dos polaridades (las dos columnas), religadas por el símbolo central (el OM), indica la síntesis de las posibilidades humanas. Desde luego, es posible que Salomón, Aquiles, Hermes, etcétera, fueran personajes, individuos, pero esto no resta nada al valor simbólico; cuántos Discípulos han realizado un trabajo bajo el nombre de su Maestro. 

Hay Misterios, una Doctrina Secreta, una Enseñanza Tradicional, una Lección que viene de los Orígenes y se perpetúa a través de los tiempos, velada por la necesidad de las cosas. (Lámina 49). La Iniciación es la Tradición organizada y conservadora de las Ciencias Sagradas. Todo lo que es glorioso será recubierto de un velo (Isaías IV-5) y comprendemos que a través de los siglos se transmitió de labio a oído, de Maestro a discípulos: una enseñanza de Ciencias Secretas que si no fue siempre posible darla en Santuario, fue vertida al mundo profano bajo la forma de símbolos reconocidos solamente por los “Iniciados”, por aquellos advertidos por la “clave”. Está dicho en el Zohar (I-118-a): “El Santo, bendito sea él, no quiere que los Misterios sean divulgados en este mundo, pero cuando se aproxime la época mesiánica, aún los mismos niños conocerán los misterios de la Sabiduría, sabrán todo lo que debe llegar al final de los tiempos gracias a los cálculos”. Se trata allí de la ciencia astrológica que se desarrolla cada vez más y se convertirá en la síntesis de los conocimientos, como lo fue en otros tiempos pero del dominio solamente de privilegiados. La Astrología, Ciencias Sagrada (de donde nacieron la astronomía y la medicina) hoy en día no es más que un atributo de sociedades secretas; poco a poco, sin embargo, su enseñanza sale de las logias y se presenta al público, bajo el aspecto de la horoscopía a fin de llamar la atención, pero esta forma elemental del arte conjetural será muy pronto reemplazada por la verdadera ciencia astral, que demanda evidentemente mucho más conocimiento que el vago simbolismo zodiacal. 17 La moderna Cosmobiología, expresión de síntesis de la verdadera ciencia astral, ha de ser considerada por su aplicación a todas las ramas del Saber, como la Ciencia de las Ciencias “Gracias a los cálculos” dice el Zohar; en efecto, es del número de donde emana todo símbolo; no es precisamente en el número que está el misterio, sino en el paso del número al ciclo de los números. Ninguna meditación es posible  sobre el número 1; el movimiento empieza con el 2, ya que al nivel del Ser aparece la conciencia del SI, que hace posible el ternario por la acción de “el conocedor” de “lo conocido” y del “conocimiento” (precesión del Padre - Hijo y Espíritu Santo, o la Triología Vida - Forma - Pensamiento). En fin, para que sea posible la encarnación se necesita el 4, pero para que la experiencia sea completa se necesita un antagonismo (símbolo de las baldosas blancas y negras en las Logias Masónicas); son entonces los dos ternarios que se enfrentan (dos triángulos entrelazados en el símbolo del Sello de Salomón, Estrella de seis puntas llamada de David). Es el nacimiento del 6 (cumplimiento de la creación). 

Tenemos, pues, las 6 etapas (los 6 días del Génesis), henos aquí ante esas primeras palabras de la Biblia (véase el texto original):*

“Bereschith bara Elohim eth ha-schamain v’eth ha-aretz”

“El creó seis” (Bara-Schith)

“Seis en el principio” (Bereschith)

Está sin duda fuera de lugar insistir sobre el hecho de que Moisés (en el Sepher Yetzirah) consagra 10 capítulos a la palabra “Bereschith”; desde entontes esta palabra ha sido causa de muchas controversias…

Quiero recordar solamente que los 6 días del Génesis son un símbolo de la naturaleza divisible y dividida (es el cumplimiento de la involución por la organización interna del Alma Universal, el número 6 que el 4 hace posible y que el 5 comienza a animar). Continúo con mi pensamiento “Dios creó al mundo en 6 días y en el séptimo descansó”. Henos entonces ante el famoso “septenario”: los 7 planetas de la Astrología Tradicional, los 7 chakras de los yoghis, las 7 glándulas endocrinas principales del cuerpo humano, los 7 colores importantes, las 7 notas musicales, etcétera.

Habéis ordenado todo con medida, con número y con peso (Sabiduría XI-21) En el “Sepher” se dan muy bien los detalles de aquellas relaciones que existen entre números, planetas, letras, etcétera.

(Capítulo V, vers. 4-5) “Siete letras dobles. Él las ha trazado, tallado, mezclado, equilibrado. Él creó con ellas: los planetas, los días de la semana, los orificios de la cara. Hizo reinar el ‘Beth’ y ciñó con una Corona (es el “Kether” de la Qabbalah) y los combinó uno con otro y creó con ello a Saturno en el mundo, el Sabbat (sábado) en el año, la boca en las personas”. Etcétera.*

Es, pues, con los números que comienza todo el misterio y ellos mismos son ya misteriosos por el solo hecho que ya hemos visto. Hay, en efecto, tres claves; nos sería difícil analizar en detalle esta cuestión, como todas las otras, que por lo demás pertenece a este dominio tan complejo.

Primera clave: el valor esotérico de las letras.

Se sabe que los alfabetos se construyeron sobre valores numero-lógicos  en primer término. Evidentemente hoy en día en casi todos los alfabetos se ha perdido el sentido de estas bases. El hebreo aún ofrece, como otras lenguas madre, esta característica de poder ser cifrado. Sabemos que las 22 letras principales del alfabeto hebraico tiene un número de orden del 1 al 22, pero que, además, ellas tienen un valor guamétrico que está en relación con la geometría antigua. Los valores guamétricos sirven para las operaciones llamadas de “Guametría”, que consisten en tomar el valor de las palabras en números o inversamente (mientras que en “Notárica” se seleccionan letras para constituir las palabras), y esclarecer así el valor de las palabras en sí mismas y en seguida la verdadera significación de las frases.

La Segunda clave consiste en el valor secreto de los Números.

* Se trata del Sepher Yetzirah, del cual existen varias versiones. En el alfabeto hebreo, por ejemplo, hay cifras que recuerdan un orden; luego los valores guamétricos y en seguida los valores esotéricos que son los 22 polígonos regulares que se inscriben en el círculo por la progresión en ángulos siguiendo una forma de física antigua  Tenemos, pues, Aleph-Beth-Ghimel-Daleth-He, etcétera, que tienen un número de orden 1-2-3-4-5, etcétera. Luego intervienen los valores guamétricos del 1 al 10 para las 10 primeras letras (hasta Yod), entonces continúa el 20 (para la letra Kaph), 30 (para Lamed), 40 (para Mem), etc. Pero en los valores esotéricos el orden es:

3-4-5-6-8-9-10-12-15-18-20-24-30-36, etcétera.

Está dicho en el “Sepher” que todas las letras después de haber sido mezcladas, etcétera, salen por 231 puertas y que todas las palabras surgen bajo un mismo nombre. El número de combinaciones que las 22 letras pueden suministrar está entonces en, contado de dos en dos:

21 x 22 ./. 2  = a 231.  Es el principio de los valores secretos.

La fórmula 18,  es entonces: V.S. de un  Nº = N(N+1) ./. 2

Se sabe que el valor secreto de un número es lo que constituye verdaderamente (lo visible y lo invisible). Así, 5 está constituido por 1 más 2 más 3 más 4, es decir, que cinco esta construido sobre la suma de 1, 2, 3 y 4 y en seguida de aquello que es visible, es decir 5; lo que da entonces por todo 15.

Y bien, según esa fórmula anterior, tendremos entonces 5 x 6 ./. 2 = a 15, como verificación. Así  V.S. de 5 es 15.

La Tercera clave es el misterio de las letras-madre con las transmutaciones de los elementos.

 Nosotros entramos aquí en un dominio verdaderamente oculto en el cual se hace necesario el conocimiento de la arqueometría; este sistema poco conocido es el Canon del Arte Antiguo, es el transportador de las ciencias universales, la clave básica de las filosofías antiguas.

Hemos visto que es con el número que comienza todo el misterio; desde los primeros versículos del Génesis, se trata del número, y se siente toda la importancia, ya que desde el principio de las Revelaciones bíblicas es cuestión de numerología.

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18 Esta es la fórmula del Génesis “cruzaos y multiplicaos”.

Hemos obtenido en principio 7 como punto de partida; este número, a pesar de su carácter sagrado, forma parte de los “números humanos”. Es por esto que desde el principio se trata de la Creación con el número 6 y su culminante 7, este es el resultado de 3 más 4, lo que le hace proceder de los “números Divinos”. El siete puede estar fácilmente simbolizado por la serpiente mordiéndose la cola (ya empleada para una muy alta significación en la mitología egipcia). 7 es el símbolo del Infinito numerado en su retorno al principio (Bereshith!). La creación esta acabada, Dios “reposa” (retorna sus primeros pensamientos, a su “principio”). 

El siete es un número helicoidal: el cuadrado y el cubo se prestan a múltiples combinaciones. Está el ejemplo de relación entre 35 y 49, tenemos 352  igual a 1.225, valor secreto de 49 y además 1.225 está en relación con 325 (V. S. de 25, de donde surge una conexión entre 5 y 7, 5 por 7 igual a 35). Esto lo veremos al hablar de música. Siete es la idea del complemento, pero también de la consumación y del retorno de las cosas (la característica de la Reencarnación, transmutación).

No es solamente en la Biblia que este septenario es tan importante, sino que en todas las escrituras se la encuentra. Los musulmanes tienen otra manera de vislumbrar las revelaciones, pero la simbólica-matemática está lejos de ser débil.  Desde el principio del Corán se encuentra el “septenario” en el número de los versículos; en efecto, el Corán, que está dividido en 611 “Aschrs”, contiene 6.236 versículos, de los cuales 7 están en el primer capítulo y 8 en el último (la surata 102 es “La respuesta de los Números”).

El siete, que es el símbolo reencarnador, transmutador, caracteriza la FATIHA (primera página del Corán) y el 8, símbolo de la Madre Universal que encierra en su seno el conjunto de los seres nacidos de la multiplicidad, caracteriza el último capítulo del Corán titulado “Los Hombres”. ¿Podría retranscribir lo que para cerca de 240 millones de seres es el principio de la obra maestra literaria? He aquí la Fatiha (principio del Corán):

“Bismi Allahi er-Rahmani er-Rahim.

El Hamdu Lillahi Rabbi el-Aalamin

Er-Rahmani er-Rahim

Maliki Yanmi ed-Din

lyaka Na’budu wa-iyaka nasta’in

Ihdina es-ciraka el-Mustaquim

Cirata Elladhina An’Amta Alayhim

Ghayri el-Magdubi Alayhim wala ed-Dallin”.

“En el nombre de Dios, el Clemente, el Misericordioso, Alabanza a Dios,

Maestro del Universo…”, etcétera.

Se sabe que los Musulmanes creen en un Dios Único a quien rezan cinco veces al día; esto es lo que los separa de los Cristianos que rinden culto a tres personajes (y a un gran número de otros, en lo que concierte a los católicos romanos). No hay, pues, iconografía; sin embargo, como sabemos, entre los árabes el arte existe en una forma muy importante. Evidentemente, en pintura, los Cristianos han podido representar Cristos, Vírgenes, Santos, Ángeles, etcétera, una infinidad de motivos, inexistentes entre los musulmanes, quienes no rinden culto más que a Dios y no tienen en sus lugares de oración (las Mezquitas) ninguna representación personificada, ni aún la de su Profeta Alí Mohamed.

* * *

Serge Raynaud de la Ferriere


viernes, 8 de marzo de 2013

EL MISTERIO DE ISRAEL

Introducción
La Qabbalah (Santa Tradición Oral) es llamada la Ciencia de los 22 (las 22 letras del alfabeto hebraico), porque justamente sus principales “llaves” reposan sobre esos 22 Arcanos Mayores (en correspondencia con el Antiguo Tarot de los Colegios de Egipto). Así como algunos creen que Jesús había entregado verdaderas llaves de las puertas de su Iglesia al Apóstol Pedro... y entregado otras “llaves” más simbólicas a su discípulo Juan (enseñanza secreta), la Qabbalah nos da un problema muy simple en sus elementos de exposición, pero muy profundo para aquellos que pueden calar más allá de la letra y comprender el espíritu.
Se presenta así la Cerradura-tipo:
Número del Nombre IeHoVaH = 26 
(valor hasta los 12 primeros números impares)
Número del Nombre ADaM = 45.
Número del Patriarca HeNOCh = 84.
Número de la palabra LaT (oculta)= 39.
45+39=84 84+84=168.
168 = (suma de los números impares de 3 a 26).
168 + 360 = 528, número de MaPhTacH (una llave).
528 + 4 (valor de Daleth, significando “una puerta”) = 532.
532 es igual a la combinación del ciclo solar de 28 años y del ciclo lunar de 19 años.
PUERTA y LLAVE = Equilibrio (“en balanza”)
— “BeTheCel = 532.
Es el Libro del Misterio, de los Rabinos, la colección del ESPLENDOR” (Los Esplendores son los Sephiroths, verdadera base de toda la Qabbalah).
EL MISTERIO DE ISRAEL
En su libro “Moisés y la vocación judía”, Andrés Neher, escribe muy justamente: El “misterio” de Israel tan solemnemente afirmado en nuestro siglo no se comprende enteramente sino a la vista de Moisés. Ni Abraham, ni Oseas, ni Jeremías, han pensado y vivido, lo que había de irremplazable en Israel, con una convicción semejante a la de Moisés. Nuestro Padre, dicen los Judíos hablando de Abraham; nuestro Maestro, dicen evocando a Moisés. Diferencia importante, pero mucho menos capital que la siguiente: Abraham es el padre de la multitud de los pueblos, mientras que Moisés es el Maestro de ese pueblo. En Abraham se prefigura la comunión de todos los pueblos; en Moisés, en el seno mismo de la comunión, se realiza la irreductible vocación del pueblo judío” (página 23). Nosotros somos todos un poco discípulos de Moisés, a títulos diversos y a veces contradictorios, por nuestra fe y por nuestras dudas, por nuestra mística y por nuestro realismo, por nuestra plegaria y por nuestras revoluciones, por nuestras retiradas y por nuestros empeños. El judío, el cristiano, el musulmán, el humanista, el utopista social, el dialéctico materialista, el pensador existencial, todos reconocen en la Biblia la fuente, o al menos, el esbozo de sus opciones.
La obra de Moisés, sin embargo, no es la Biblia entera, sino sólo el Pentateuco, la Thora, la Ley.
Esos cinco libros (Pentateuco)1 que constituyen el comienzo de la Biblia, relatan la Génesis del mundo, el relato de la vida de Moisés, sus intervenciones en Egipto y el Éxodo, el cuerpo de la Ley del Levítico (revelada en el Monte Sinaí), los Números con las peripecias del pueblo conducido por Él y, para finalizar: el Deuteronomio que traduce el último discurso de Moisés y el relato de su muerte. De la Biblia (traducida actualmente a más de mil lenguas), es el Pentateuco de Moisés el que constituye a la vez la piedra de fundación y el umbral. Para situar a Moisés en el tiempo, es preciso remontarse a Thoutmes 1ro. (El advenimiento de esa nueva dinastía egipcia se sitúa hacia 1536 antes de la Era cristiana). Ese es el comienzo de la persecución del pueblo hebreo, que acabó durante la fase aguda, en la cual todos los niños fueron ahogados en el Nilo. Escondido hasta la edad de tres meses, Moisés fue colocado por su madre2 en los juncos del río. Descubierto por una hija del Faraón, fue confiado a Yokabed quien lo adoptó (El nombre de Moisés significa en egipcio “mi hijo”, pero puede también comprenderse en hebreo, como “lo he salvado de las aguas”). Pero, ¿quién es esa hija del Faraón? La Biblia relata los acontecimientos sin detallar exactamente los personajes, que pueden encontrarse de todas maneras gracias a la Historia. En efecto, en la lista de los Faraones de la XVIII dinastía se encuentra entre los Thoutmes un extraño personaje: una mujer-rey (y no reina). Se trata de la hija de Thoutmes I quien, desde su adolescencia recibió la corona en vida de su padre. Es en ese momento que como “hija de Faraón” pudo salvar y educar a un joven hebreo. Ella se desposó más tarde con Thoutmes II, cuyo reinado fue breve, por lo cual se convirtió en la esposa de Thoutmes III a quien eclipsó completamente. Durante una quincena de años, “ella” es el único Faraón y lleva el nombre de Hatshepsou, es pues un Rey y no una Reina: la desinencia “ou” indica el masculino y debe intencionalmente ocultar que ese rey es una mujer que llevaba antes en su nombre la desinencia femenina: Hatshepsout. El magnifico templo de Deir-el-Bahari es la obra de Hatshepsou, los cuadros fijan los detalles de la expedición memorable del Faraón-amazona (Victoria contra la Etiopía y el Pount = región de los Somalíes). El versículo 15 del segundo capítulo del Éxodo que indica un viraje de política, se explica muy bien por el hecho de que a la muerte de Hatshepsout, su esposo Thoutmes III, dio libre curso a su rencor. En los monumentos y en las tablas reales él destruyó inclusive el nombre de la que tanto le había humillado. Es natural, entonces, que Moisés (protegido de Hatshepsout) se viera amenazado de muerte. Por otra parte, la esclavitud de los hebreos prosigue bajo Thoutmes III y, según la Biblia, se necesitarán varias decenas de años antes de que éstos obtengan la liberación. Esto pasará bajo el reino de Amenofis II. Pero, donde la Historia se convierte en más iniciática, es bajo los sucesores de Thoutmes IV, a saber: Amenofis III y Amenofis IV, los dos faraones que caracterizan la Era de El-Amarna. A mitad de camino entre Tebas y Menfis se encuentra archivos muy importantes sobre una época de curiosas alteraciones culturales y religiosas. Puede verse en la actitud de Amenofis IV, una influencia del paso del espíritu de Moisés. Fuera de Israel, es en toda la Antigüedad el único instante de monoteísmo y es por lo que uno establece fácilmente la relación entre sus aventuras espirituales. La obra de Amenofis IV se dirige contra el sacerdocio de Amón (dios protector de la dinastía) e instaura a Atón (Dios Supremo), él mismo se convertirá en Ikhnatón (el hijo de Atón); su capital será Ikhaoutatón (hoy, El-Amarna). En realidad, no es útil detenerse aquí en ese Rey-Iniciado conocido de todos los estudiantes de Escuelas de Esoterismo. En fin, el sucesor de Amenofis-Ikhnatón, el célebre Tut-Ank-Amón, restableció todas las reglas convencionales con el culto de Amón, del cual lleva el nombre y, poco a poco, al perder su espíritu iniciático, Egipto se instaló en la opulencia material. El Nuevo Imperio, la XlX dinastía, los Ramsés, los obeliscos de Luxor, etc. 
* * *
El relato bíblico del Éxodo es claro, si uno quiere darse la pena de referirse a los hechos históricos. Por supuesto, lo que es mencionado bajo el nombre de Faraón, se aplica sucesivamente a los diferentes Reyes y es fácil ver tanto las sucesiones como la evolución general. Las plagas, los milagros, esas ranas, esa miseria, esas heladas, y esas tinieblas, son “signos” de un simbolismo mitológico3. Así como las esfinges, los bueyes, los ibis, los gatos, los buitres. En el versículo 15 del capítulo VIII, uno ve desaparecer a los Altos Magos (los Maestros de los Colegios Iniciáticos) y el mismo Faraón pierde sus poderes; de hombres-divinos que eran, los Reyes-Iniciados se convertirán en profanos. De Osiris encarnado que él era, el Faraón de Egipto se ve reducido a hombre, al mismo título que el cautivo en su prisión (Éxodo, XII-30). 
Llegamos ahí al punto crucial del Éxodo: la partida de Egipto.
Pero, ¿cuál es el primer Estatuto en la Obra de Moisés? Es en el Deuteronomio (VI-5) que encontramos la observación de los Mandamientos del Eterno junto con una primera mención estricta: “Amarás al Eterno, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu fuerza”. Sin embargo, es en el capítulo XIX del Levítico donde la osadía de la Ley llega a su punto culminante en la exigencia de la “Santidad” (“Sed santos, ya que Yo soy Santo, Yo, vuestro Dios”). Y, Andrés Neher, explica: “El hombre es invitado no solamente a obedecer, sino que está llamado a imitar. La Thora no se reduce a un imperativo, tiende hacia otro modo en el participio; cuya imitación es el primer escalón. El capítulo (Levítico XIX) de la santidad humana por la imitación de la santidad de Dios, se aclara a la luz de ese tema de la imitación. El contenido y el objetivo de la Ley, es la vida. En la vida Divina, UNO es realizado: Santidad de Dios”. Más lejos, el autor de “Moisés y la vocación judía” (página 105) escribe aún: “Que Dios ame a los hombres, que él sea su padre, su protector, su patrón, es aquello que otros genios antiguos habían presentido si no claramente expresado. Pero que los hombres sean invitados a amar a Dios, he ahí algo que transforma la estructura religiosa del mundo. Todo pasa como si Dios revelara en la Thora, la exigencia del amor, porque Él tenía necesidad de ser amado. Es esa búsqueda de amor la que informa de la alianza y la que, desde el Sinaí le confiere su tonalidad a la vez ansiosa y exultante. De Adam a Noé, de Noé a los Patriarcas, de los Patriarcas al Sinaí, Dios ha permanecido incansablemente en busca de los hombres. Ahora en el Sinaí, Él los ha encontrado definitivamente. La nostalgia de Dios es satisfecha. Dios tiene un proyecto que Él quiere realizar con la participación de los hombres. Él llama a los hombres para cooperar con Él. La Thora no es otra cosa que el enunciado de los esfuerzos necesarios a una aventura común, sobre la tierra, entre Dios y los hombres. Ella es la carta del Reino de Dios sobre la tierra” (Vosotros Me perteneceréis, un Reino de sacerdotes y un pueblo santo, ya que la tierra entera Me pertenece. Éxodo, XIX-5 y 6).


¡Un reino de sacerdotes!
 Tal es la palabra-llave de la Thora.
continuará...  
Dr. Raynuad  de La Ferriére                

jueves, 7 de febrero de 2013


El significado secreto de la Biblia 


En el principio creó Dios los cielos y la Tierra. La Tierra era caos y vacío, y la oscuridad encima del abismo; y el espíritu de Dios flotaba por encima de las aguas. Y dijo Dios: ‘Haya luz.’ Y hubo luz.
                                                                       (La Torá, El Pentateuco)

Imagina nuestro universo por un momento: la inmensa cantidad de galaxias, estrellas y mundos. Ahora imagina que eliminamos un fragmento específico del espacio. ¿Cómo concebir el vacío restante si no hay nada que pueda medirse o describirse? En realidad, interpretamos todos los fenómenos desde la perspectiva de tiempo, espacio, y movimiento. No podemos visualizar algo que sea absolutamente estático, congelado en el tiempo, sin volumen. Esta es una analogía de nuestra percepción de los mundos espirituales en donde no hay tiempo, movimiento, ni siquiera espacio. Ya que nuestra realidad y pensamientos se basan en estos conceptos físicos, resulta que no existe conexión alguna entre la espiritualidad y la forma en que construimos la realidad material basándonos en nuestras observaciones y sensaciones. Como resultado, no tenemos las palabras, el vocabulario que nos permitan expresar conceptos espirituales. 
Así es que si la Cabalá es el estudio de los mundos espirituales, ¿cómo es posible que podamos disertar sobre algo que no podemos ni imaginar? Si somos absolutamente incapaces de concebir la espiritualidad, entonces, ¿cómo podemos entender lo que está escrito en los libros cabalistas?

Lo que está descrito en la Torá (La Biblia) 

Cuando estudiamos la Torá (el Pentateuco, la Biblia) debemos tener presente que todas las palabras de la Torá y los demás libros sagrados, sólo en apariencia tienen relación con vocablos de nuestro mundo. Los términos, por tanto, representan objetos espirituales y raíces, que de ninguna manera tienen conexión con nuestro mundo. No debe existir confusión entre estos conceptos espirituales y los objetos físicos. La Torá encierra los nombres sagrados del Creador, que representan los grados de elevación del hombre hasta Él. Equivale a nuestra costumbre de dar nombre a un objeto de nuestro mundo, en función de la manifestación del mismo en nuestros sentidos. La Torá en su totalidad describe los niveles en que nos acercamos y vamos sintiendo al Creador. 

El Pensamiento de la Creación y el Lenguaje de la Cabalá 

Todos los mundos, incluyendo el nuestro y los objetos que hay allí, está en consonancia con el pensamiento único de la creación: dar placer infinito a la criatura – el alma. Este propósito envuelve a toda la creación, de principio a fin. Es el que determina el sufrimiento que tenemos que pasar, el trabajo interno que debemos hacer y la recompensa.
Después de la corrección individual, todas las almas se reunirán en una sola. Y esta alma no sólo va a experimentar un placer doble (sentir placer y dar placer al Creador), sino que este se verá multiplicado por el número de almas ahí reunidas. Mientras tanto, entre más personas asciendan espiritualmente como resultado de su trabajo interno, mayores posibilidades tendrán de percibir la verdadera realidad y la sensación de otros mundos. Podrán llegar a ellos durante su existencia física.
El aparentemente extraño léxico de la Cabalá se convierte en el lenguaje de las acciones, pensamientos y sentimientos, con ideas opuestas en nuestro mundo, uniéndose en una sola raíz.
Por ejemplo, “Jerusalén” en literatura cabalista, no se refiere a una ciudad física, sino a ciertas fuerzas espirituales y una concentración de esta energía, que tiene un lugar específico en el sistema de los mundos espirituales. Además, en la Cabalá, las partes del cuerpo humano, como “Rosh” (cabeza), “Guf” (cuerpo), “Jazé” (pecho), “Peh” (boca), “Einaim” (ojos), etc., se refieren a sus raíces espirituales. La palabra “Rosh” implica la parte del objeto espiritual que toma las decisiones, mientras “Guf” se refiere al conjunto de funciones ejecutoras.
Las descripciones del mundo Superior, son una manera de definir nuestra alma y su grado de cercanía con el Creador, su cada vez más creciente sensación de Él. La Cabalá divide al alma colectiva en partes y le da a cada una un nombre específico que corresponde a sus atributos. Pasa después a describir las acciones de estas partes. Este es el lenguaje de los sentimientos, sin embargo, es muy preciso y a menudo utiliza gráficos, dibujos, y fórmulas. La Cabalá detalla la ingeniería del alma.
Aún así, ¿cómo podemos emplear nuestro lenguaje tan indefinible y limitado para escribir sobe investigaciones y descripciones espirituales tan precisas? 
¿Cómo se puede aplicar una lengua que nació de una sensación subjetiva de “nuestro mundo” para transmitir una sensación objetiva de la espiritualidad? Por ejemplo, al escuchar la palabra “luz” (que es un concepto difícil de comprender), imaginamos la luz solar, que no tiene relación alguna con la luz espiritual.
Sin embargo, la luz en nuestro mundo puede interpretarse de diversas formas. Se puede usar la palabra en un contexto diferente como “el alma se inunda de luz”, “eres como un rayo de luz”, especialmente cuando sentimos una satisfacción en el Kli (la vasija), o al referirnos a una mente o pensamiento brillante.
Si yo elijo las palabras que coincidan con mis sensaciones y te las transmito, tú vas a vislumbrar tus propias sensaciones que supones corresponden a mis palabras; necesitamos, por tanto, tener un patrón común que nos ayude a medir la semejanza de la emoción que evoca la misma palabra o noción. Mis sensaciones, no son necesariamente idénticas a las tuyas, sin embargo, necesitan hacernos sentir algo similar, si es que queremos tener un lenguaje común. Pero, si no podemos expresar precisamente lo que sentimos, entonces, ¿cómo podemos recurrir a este lenguaje para describir categorías espirituales? El mundo espiritual es el mundo de las sensaciones. No hay cuerpos, únicamente deseos y sensaciones. Además, los cabalistas afirman que estas percepciones son absoluta y extremadamente precisas, y por esta razón requieren de un lenguaje exacto y puntual para describirlas.
Intenta hacer una evaluación fiel de tu estado de ánimo. Mediante un dibujo, compáralo con el de alguien más y luego dale un valor porcentual en relación a tu temperamento del día de ayer. Trata de expresar todos los matices de tus sensaciones en números, indicando hasta que punto tu humor depende de cómo te sientes (ansioso o cansado); crea alguna fórmula para el miedo y así sucesivamente. Vamos a darnos cuenta que en nuestro mundo, somos incapaces de medir nuestras sensaciones internas correctamente.
Por ejemplo, si toco algo caliente, la descarga en mi cerebro va a depender de mi estado anímico, la manera en que me siento, algún entrenamiento y otros parámetros individuales.
No sabemos como comparar el placer que nos proporciona la música con el que nos da la degustación de un platillo exquisito, en términos de valores porcentuales, cantidad y calidad. Pero si nuestro lenguaje es tan primitivo, limitado, subjetivo, e impreciso, ¿por qué los cabalistas pudieron emplearlo para describir absolutamente acciones sensoriales precisas, y por qué lo adoptaron en lugar de inventar uno propio?
Si se introduce un solo símbolo equivocado en la fórmula de una ciencia exacta, alguien familiarizado con ese símbolo, pero que no esté al tanto del error, no entenderá cómo obtiene los resultados. Los va a percibir como una afirmación científica totalmente artificial. Sin embargo, otra persona que no conozca los símbolos va a aceptar incorrectamente la afirmación como verdadera.

El Lenguaje de las Ramas

Los cabalistas optaron por emplear el lenguaje especial que llamamos “el lenguaje de las ramas”. La razón que tuvieron para tomar esta decisión es que todo lo que existe en nuestro mundo, (inanimado, vegetativo, animado, y los niveles humanos de la naturaleza) así como todo lo que les ha ocurrido en el pasado, lo que les sucede ahora, y lo que les acontecerá en el futuro, esto es, todos los objetos y lo que los rige, emanan del Creador y pasan a través de todos los mundos espirituales antes de aparecer en el nuestro. Este gobierno se renueva constantemente partiendo de arriba hasta descender a nuestro mundo.

Todo lo que existe en este nuestro mundo tiene su origen en el mundo Superior, con la suma de todas las cosas bajando gradualmente hasta nuestro mundo. Ya que llegan del mundo Superior, existe una estrecha conexión entre los objetos de este mundo, sus consecuencias, causas y orígenes, con el mundo espiritual.Los cabalistas que sitúan la conexión exacta, al ver el objeto superior (la raíz desde donde proviene todo) y el objeto en nuestro mundo (que, sin tener consciencia de ello, lo recibe todo de la fuerza Superior, que es su causa y energía rectora) conocen precisamente cada conexión. Por tanto, pueden nombrar, a las raíces del Mundo Superior con los nombres de sus consecuencias materiales; es decir, las ramas de nuestro mundo. Es por esto que lo llamamos “el lenguaje de las ramas” y no “el lenguaje de las raíces”. A las raíces se les ha llamado por los nombres de las ramas y no al revés. De esta forma, los cabalistas hallaron un lenguaje común que describe con exactitud el mundo espiritual. No puede existir otro, pues no tenemos vocablos distintos comprensibles para quienes existen en ambos mundos. Es por eso que, con el propósito de describir los Mundos Superiores, los cabalistas echan mano de las palabras de nuestro mundo para describir los objetos Superiores que son las raíces de los de este mundo.Sin embargo, si alguien no está consciente de este hecho, le va a parecer que el cabalista narra una historia de la vida diaria. Sus palabras, sin embargo, no confunden a un cabalista que ve claramente lo que en realidad trata el libro. Ellos saben con precisión que rama (es decir, efecto) de nuestro mundo, corresponde a su raíz en el Mundo Superior.
Siete días de la Creación (parte 1)
En el principio creó Dios los cielos y la Tierra. La Tierra era caos y confusión y oscuridad por encima del abismo, y un viento de Dios flota por encima de las aguas. 
Dijo Dios:: ‘ Haya luz’. Y hubo luz. Vio Dios que la luz estaba bien y apartó Dios la luz de la oscuridad.; y llamó Dios a la luz “día” y a la oscuridad la llamó “noche”. Y atardeció y amaneció: día primero.

Bereshit (Génesis), el primer capítulo de la Torá (Pentateuco) empieza con estas palabras que nos traen una cierta imagen. Hemos escuchado varias interpretaciones de estos párrafos a nivel de Peshat (significado literal). Sin embargo, estos razonamientos sencillos nos dejan una gran cantidad de preguntas; carecen de lógica y enfoque científico. Los cabalistas explican esto de la siguiente manera:
Todos los libros sagrados hablan solamente del mundo espiritual, de su creación y la creación de nuestro mundo a partir de él. Más aún, estos libros no solamente hablan de lo que existe allí sino que también nos enseñan a percibirlo.
El descubrimiento gradual del mundo Superior se llama la elevación espiritual de una persona, o los peldaños de la ascensión espiritual. Se utilizan varias técnicas para describir el mundo espiritual en los libros. La Cabalá es la ciencia que estudia la estructura del mundo Superior; utiliza el lenguaje de Sefirot, Partzufim, gráficos y dibujos para definirla. La Torá describe el mundo Superior utilizando el lenguaje cotidiano. También tenemos el lenguaje alegórico y el lenguaje de las leyes. Ahora, vamos a intentar traducir el lenguaje de la Torá al lenguaje cabalista.
La Torá relata la aparición del mundo Superior, su estructura y evolución para después proceder a explicar el proceso de nuestra creación. Pero no habla de ninguna persona en nuestro mundo.
La Torá habla de la creación del deseo de recibir (llamada el alma de Adam) y la meta de llenar de deleite eterno y absoluto a esta creación-deseo-alma. El deseo de complacencia es la única creación. Aparte de esto sólo está el Creador. Por tanto, además del Creador no hay nada más que diversos niveles del deseo de recibir placer.
Esto es lo que ocurre en nuestro mundo. Lo único que diferencia a todos los objetos entre sí, es la cantidad del deseo de recibir placer que tienen, lo cual determina todos sus atributos. El deseo de recibir placer tiene cinco niveles, y estas partes de deseo-creación se llaman Sefirot que son Keter, Jojmá, Biná, Tifferet, y Maljut. El Creador desea llenar de placer a la creación hasta el punto en que esta perciba perfección y eternidad. La razón es que el mismo Creador tiene este estado particular y su voluntad es otorgarlo a sus criaturas.
El Creador es perfecto y único. Siendo perfecto, Él otorga perfección, su propio estado a sus criaturas. Es por esto que la meta de la creación es alcanzar la perfección del Creador, y poder recibir lo que el Creador desea dar.
La Cabalá no aborda los sucesos de nuestro mundo. Investiga lo que acontece en el mundo Superior, que es de donde descienden todos los poderes a nuestro mundo y generan e inducen lo que ocurre aquí. Al aprender la Cabalá, el individuo empieza a percibir el mundo Superior; puede llegar hasta el Creador y la forma en que Él creó el mundo espiritual. En la Cabalá, a esto se le llama “El primer día de la Creación”. Las siguientes acciones del Creador (que se llaman los días subsiguientes), fueron la creación de las fuerzas que rigen al mundo Superior. La sexta y última acción del Creador (el sexto día de la Creación) fue la creación de Adam.
Puesto que Adam fue la creación final del Creador, él es el propósito de la Creación entera. Todo lo que se creó antes que él, fue creado para él. ¿Así es que, cuál es el destino de Adam? Adam debe alcanzar equivalencia con el Creador, volverse completamente igual a Él, y conducir su existencia y su propio destino. Y además tenemos la obligación de llegar a este estado de elevada perfección por nuestros propios medios. Alcanzarlo por nuestros propios medios significa que primero tenemos que experimentar el estado más vil (opuesto al estado del Creador), para después ascender por nuestra propia voluntad.
Con la ayuda de la Cabalá, el individuo ve ambos, nuestro mundo y el mundo Superior, así como la interacción entre ellos. La información emana desde el mundo Superior y se materializa ante nuestros ojos. Nuestra reacción (que llega desde arriba en la forma de información), sube nuevamente al mundo Superior y determina la manera (buena o mala) en que nuestro futuro va a descender y materializarse. Por tanto, el Creador (que está en el máximo nivel), hizo a la Creación con el atributo opuesto a Él. La llenó con luz, y más adelante al vaciarla de luz, la bajó a la condición de “nuestro mundo”.

Siete días de la Creación (parte 2)

Al ir subiendo los peldaños de la escalera espiritual, la creación se va haciendo merecedora de recibir el placer que es muchas veces, más grande que lo que tenía antes de descender a este mundo. Más aún, la creación debe tener el vigor y la oportunidad de actuar libremente entre dos fuerzas opuestas, su propio egoísmo, y el Creador, para después elegir su sendero de manera independiente.
Para que estas condiciones se encuentren a la disposición de la Creación, el Creador hacer lo siguiente:

● Toma distancia completamente de la creación.
● Le da la oportunidad de evolucionar y alcanzar Su existencia
● Le brinda la posibilidad de elegir con libertad

El Creador nos presenta estas condiciones gradualmente. En un principio, la creación al sentir al Creador (inundada con su luz) no es independiente. Se encuentra completamente neutralizada por la luz que le dictamina sus propias reglas y transfiere sus atributos. Con el fin de que su creación sea independiente de Él, debe distanciarse completamente de ella. En otras palabras, la creación, al librarse de la luz gana libertad en sus acciones. Al la expulsión de la luz del Kli (vasija) se le llama Restricción.
La Torá empieza con las palabras “en el principio” (Bereshit), que es el comienzo del proceso de distanciamiento del Creador de su creación. La palabra Bereshit tiene su raíz en la palabra Bar, “fuera”. Esto es, nos está narrando la partida del Creador para quedar separado, entre el cielo y la Tierra. “En el principiocreó Dios el cielo y la Tierra”. El cielo es la Sefira Biná con sus atributos altruistas. La Tierra es Sefirá Maljut con sus propiedades terrenales y egoístas. Entre estos dos atributos polarizados, que sientan las bases del sistema entero de la existencia, flota nuestra alma.
La Torá empieza con el nacimiento de la Creación, el Mundo Superior y la creación del hombre. No empieza con el fin de la Creación. La función de la Tora es instruir a la gente de este mundo, para que pueda elevarse al estado más perfecto. En la fase inicial, la creación (o el alma de Adam) no se encuentra corregida. Debe hacerlo por sí misma y alcanzar la “Corrección Final”. Supón que tienes una herramienta rota, que necesitas para trabajar. Lo que corresponde primero es repararla y utilizara sólo después. Así pues, la Torá es el instructivo para componer el instrumento roto: el alma que recibimos desde arriba.
Durante la corrección, el individuo existe entre dos mundos: el de arriba y el de abajo. En el proceso de corrección, el alma obtiene la destreza necesaria, el conocimiento y experiencia. Y lo más importante, adquiere nuevas sensaciones y nuevas propiedades espirituales. Cuando una persona corrige su alma plenamente, alcanza atributos que le permiten existir en el mundo Superior absolutamente, en la eternidad, en la paz, y la perfección.
Ni las fuentes cabalistas, ni la Torá describen este estado especial. Es imposible describirlo, pues nuestro lenguaje no permite hacer una analogía. Sólo aquellos que han pasado todos los estados preliminares de corrección y llegan a la Corrección Final alcanzan este estado. Aquello que está más allá de la Corrección Final no ha sido descrito en ninguna parte. En esto concluye exactamente “Los Secretos de la Torá”.
Sólo hay algunas alusiones en algunos libros como El Zohar y el Talmud. A estos estados secretos tan especiales se les llama Maasé Merkava y Maasé Bereshit. Pero son solamente indicios. En realidad, estos estados, reinos espirituales, no pueden ser descritos con vocablos, porque nuestras palabras, letras, o términos los tomamos de nuestro sistema de corrección y sólo son efectivos allí. Nosotros no estamos conscientes de lo que existe más allá del sistema de corrección, y no lo podemos trasponer al lenguaje humano ni comprimir dentro de nuestro sistema de definiciones y creencias.
“En el principio, creó Dios el cielo y la Tierra” se refiere a la creación de dos atributos: egoísmo y altruismo. El atributo egoísta de, “la Tierra se corrige con la ayuda del atributo altruista del ‘cielo’”. El proceso de corrección consta de siete estados a los que se les llama, “los siete días de la Creación”. Naturalmente, este es un nombre condicional. No tiene relación alguna con los siete días terrestres; tampoco se refiere al día o a la noche, la luz y la oscuridad en la Tierra. Más bien, denomina los estados y sensaciones espirituales de alguien que atraviesa estos estados de corrección. Habla del sistema en el cual, nuestra alma se corrige durante su existencia en el nivel que llamamos “Tierra”.
Es necesario que el alma se eleve del nivel Sefira Maljut al nivel Sefira Biná. Lo anterior significa que el atributo egoísta de Maljut tiene que transformarse al atributo altruista de Biná. Se puede lograr con las siete correcciones consecutivas que se les dice “siete días de la semana”. La Torá explica lo que el hombre debe hacer con su alma “en cada día”.



















sábado, 2 de febrero de 2013

LAS LETRAS DEL RABINO HAMNUNA-SABA

  Rabino Hamnuna-Saba dijo: "En las primeras cuatro palabras de la Torá, EN EL PRINCIPIO EL CREADOR CREO Et - Beresheet Barah Elokim Et, las dos primeras palabras comienzan con la letra Bet, y los dos siguientes comienzan con Aleph" (La Letra Aleph se pronuncia tanto como "A" y "E").  Se dice que, "Cuando el Creador pensó en crear el mundo, todas las letras estaban ocultas, e incluso 2.000 años antes de la creación del mundo, el Creador miró a las letras y jugaba con ellas. 
 En el lenguaje de la Cábala, la misma frase aparece en la siguiente forma: cuando el Creador (Bina) decidió crear el mundo (ZON del mundo de Atzilut), el Kelim de ZON (Zeir Anpin y Nukva) todavía estaban en Bina. Jojmá y Bina (Aba ve Ima - AVI) se denominan de 2.000 años.  Antes de la creación del mundo (el nacimiento de la ZON), todas las letras (los Kelim de ZON) existían en forma de AVI, en forma de MAN y el MAN siempre estimula el deseo en el superior para ser atendido. 
 Con respecto al Partzuf inferior, el superior se denomina el Creador, que verdaderamente lo engendra, y sin importar cualquiera cosa que recibe el más bajo, viene directamente de su superior. Además, uno puede decir que esto es todo lo que El Superior desea, su existencia entera se propone exclusivamente para el inferior. Por lo tanto, El Superior siempre espera la genuina demanda del inferior por el deseo de ascender espiritualmente, que se llama MAN. A condición de que este deseo sea sincero, El Superior responde inmediatamente y pasa la poderosa luz de corrección al inferior. 
 Dado que el inferior es ZON del mundo de Atzilut, y todo lo que está por debajo de este Partzuf (todos los mundos de ABYA y nuestro mundo) se considera una parte de ella, AVI del mundo de Atzilut constituyen el Partzuf superior.  Los deseos y las propiedades de ZON se denominan "letras", y aquí El Zohar explica las propiedades de ZON (los mundos espirituales y de nuestro mundo, nosotros mismos) se han creado con las propiedades que son deseables, que requieren una corrección, y cómo esta corrección es alcanzada. 
 Como las propiedades de la futura criatura son determinados por el propósito del Creador en su creación, se dice que incluso antes de la creación del mundo, el Creador juega con las letras.  La palabra "jugar" sugiere que la interacción del Creador con la criatura es como su juego con el Leviatán (el monstruo marino legendario), con la característica que se encuentra enfrente de él.  Al final de la corrección de todas las letras se unen y se combinan en el nombre del Creador. 
 El orden del alfabeto hebreo indica el descenso de la luz directa desde el cielo, la luz interior que llena el Partzuf.  El orden inverso de las letras a partir del final del alfabeto alude al ascenso de la Luz Retornante.  El orden directo del alfabeto se refiere a la misericordia, mientras que el orden inverso - a la ley estricta y las restricciones sobre el uso de los deseos egoístas. 
 Cuando Adán pecó, las letras se separaron de él, y sólo las letras Shin y Tav (Kelim de la Luz de VAK de Nefesh) se mantuvieron en él.  Los Kelim de la Luz de Neshamá están representados por las letras de Aleph a Yod, las letras de Yod a Kuf son los Kelim de la Luz de Ruaj, y las letras Kuf y Reish - Kelim para GAR de Nefesh - desaparecidas de él.  
 Esta es la razón por la que Adán dio a su hijo, nacido después de su pecado, el nombre SHET (Seth): Shin - Tav, de acuerdo con las dos últimas letras del abecedario - los Kelim que permanecieron en él.  El Kli Shin-Tav son sólo aptos para la luz retornante de abajo hacia arriba, pero no para la recepción de la Luz Superior de arriba hacia abajo.  Sin embargo, después de recibir Yesod de Zeir Anpin (la letra Yod), Shin - Tav se convierte en una combinación de Shin-Yod-Tav.  Y si el Creador crea el mundo de la letra Bet, que entra entre Shin y Tav y forman la palabra Shabat (Sh-BT), es el estado de perfección espiritual, el objetivo de la creación.  Por esta razón, la primera palabra en la Torá - Beresheet consta de: Bara (creado) Sh (en) - Y (OD) - T (AV).