lunes, 26 de marzo de 2012

SOBRE MÚSICA

Conversación de Rav Laitman 19/08/05

A partir de percibir el Mundo Superior, un Cabalista entra en una dimensión diferente. Un mundo entero se revela ante él en su totalidad, belleza y riqueza. Es algo que no existe en este mundo. Percibe una imagen totalmente diferente: las fuerzas que traen a nuestro mundo en acción y las almas que no están conectadas a los órganos. Pasado, presente y futuro se fusionan ante él,  quien experimenta todo esto y vive la completitud de lo Eternal en una sensación perfecta, sintiendo que él abarca el Universo entero.
Esta experiencia profunda, emocional es imposible expresarla a través de las palabras. En sus libros, los Cabalistas solamente  nos aconsejan como lograr tal impresión o sensación y el descubrimiento de esta realidad. Ellos escriben acerca de la clase de acciones que debemos conformar dentro de nosotros, con nuestra propia fuerza, deseos, pantallas, Reshimot; con todo, dentro de nuestra alma. "Realice ciertas acciones y usted sentirá". Sin embargo, esto no nos dirá que es lo que sentimos, porque es imposible transmitir un sentimiento.
Es lo mismo en este mundo. Si quiero hacer una oferta a alguien: ¡" Lo intento, y  veré  lo que es!, " si realmente es amargo o dulce, una cosa o lo otro, solo insinúo a lo que es, lo que voy a intuir, o en como conseguiré la sensación. Todavía la sensación misma, cuando está yendo al sentido, o en como  alcanzaré la sensación. Aún la sensación de mi mismo, cuando estoy siendo llenado con ello, es experimentado solamente por mi, y no por alguien más. 
Es por eso que es difícil para un Cabalista transmitirnos lo que él siente, lo que afronta, lo que está siendo revelado ante él: lo qué es el Mundo Oculto. En la esencia de todos los medios de nuestro mundo que podemos utilizar para tener la noción de una idea, o para crear una imagen y transmitirla a las personas que no experimentan la espiritualidad; hay solo un medio que de algún modo expresa las impresiones y el deleite de un hombre, ante quien los Mundos Superiores se le revelan:   El sonido.
Sin embargo, aún los sonidos no pueden transmitir impresiones con precisión, ya que no tenemos el mismo Kelim, deseos, los mismos órganos sensoriales y los órganos de atributos interiores como aquellos de los Cabalistas, que logran y sienten los Mundos Superiores. Los Sonidos nos dan una impresión como algún símil, algún débil duplicado.
Por eso, los Cabalistas, además de escribir artículos y material muy profundo y difícil, también escriben canciones y melodías. Es una forma más de expresar las sensaciones de un Cabalista de una manera más concisa, directamente de corazón a corazón, a través de sonidos, sin palabras, para que estos sonidos entren en nuestro corazón y nos cambien de alguna manera, de algún modo la sintonía en la percepción del Mundo  Superior.
Hay un alma en cada uno de nosotros. El alma de un Cabalista se asemeja a un instrumento musical que ya ejecuta y siente correctamente, similar al violín de David. Esto no es un violín regular como normalmente es retratado sobre pinturas, pero el kli Interior del alma de un Cabalista, dentro del cual el siente la realidad de una manera determinada y puede expresar a través de los sonidos.
Por eso el Rey David fue capaz de escribir un libro de Salmos para nosotros que está compuesto completamente por las impresiones del Mundo Superior.
Tenemos un enorme regalo del  último gran Kabbalista de nuestra generación, Rav Yehuda HaLevi Ashlag (Baal HaSulam), quien recibió este nombre debido a su comentario sobre el Zohar — Sulam (la escalera). En sus melodías, expresó en esencia todos los pasos y las sensaciones de los Mundos Superiores.
Escuchando estas melodías, nos acercamos más a la verdadera sensación de la Realidad Superior, espiritualidad.  Uno gradualmente se deja atraer más cerca y, como si entrara al Mundo Superior. Por supuesto, todavía se carece de atributos interiores, que se reciben en el proceso de estudio, a través de escuchar las lecciones. Sin embargo, en cualquier caso, para cada persona independientemente de cuánto sabe y cuánto él o ella ha estado estudiando Cábala, los sonidos son el medio más corto, más directo y simple para experimentar algo de lo espiritual.
En el Mundo Superior, un Cabalista siente Estados que son fuerzas mejores o peores, positivas y negativas; existe entre ellos, gobierna, mientras que lo gobiernan. Esto es muy similar a lo que sentimos en este mundo. Un Cabalista expresa todos estos Estados a través de melodías. Por eso hay melodías aparentemente tristes y hay más alegres. Pero en realidad se trata de cómo oímos. Un Cabalista que escucha esta melodía y detecta las imagenes que despierta, solo siente emoción.
Estos sonidos pueden parecer dolorosos; una melodía puede ser triste, pero en realidad no es triste, está llena de emoción y solo en nuestros sonidos se expresó como cierta tristeza, como si una persona que escribió los sonidos carece de algo. Esto es como nos parece, ya que en nuestro mundo utilizamos cartas, notas, carencia de cumplimiento, Kelim y no la luz que les satisface. Nosotros podemos sentir solo los Kelim y no las luces.
Pero en cualquier caso, cuando uno escucha esta música, lentamente se acerca al Estado en el cual estos Kelim son llenados con la luz. Él entonces sentirá las mismas experiencias interiores que siente un Cabalista.
Deseo que cada uno de ustedes se hiciera digno de sentir aquellos espacios enormes, sensaciones, el Mundo Superior entero, el Creador, la Luz Superior que llena el alma, nuestro Kli colectivo en cada melodía de las 125 canciones en el libro de los Salmos.

Rav Yehuda Ashlag (Baal HaSulam) pensó en nosotros. El quiso que nosotros nos acercáramos más a este estado, razón por la cual nos dejó sus melodías.
Vamos a escucharlas y reflexionemos sobre estas melodías como que son el medio para entrar en el Mundo Superior. 

sábado, 24 de marzo de 2012

viernes, 23 de marzo de 2012

PLANOS Y MUNDOS

Kether, Hockmah y Binah, constituyen la tríada que integra el primer plano, Neschamah. Las cinco esferas siguientes están en el segundo plano y Yesod en Nephesh.
 Igualmente, el hombre se manifiesta en el esquema universal bajo estos tres aspectos, siendo que en Neschamah actúa su Centella Divina, en Ruach su alma y voluntad y en Nephesh, sus instintos y emociones.
De acuerdo con los cabalistas, la manifestación cósmica se da en cuatro mundos: el de Atziluth, Briah, Yetzirah y Assiah, que forman la Estructura del Universo manifestado.
Los teósofos presentan la manifestación divina en siete planos. Estableciendo una comparación entre la cábala y la teosofía, podemos ver que el primer mundo de los cabalistas, el Atziluth abarca el primer plano Divino: Adi, donde está Kether, en el cual se da el comienzo de la manifestación cósmica, los primeros estremecimientos. En el mundo de Briah de los arquetipos, está esbozado el Gran Plan Divino; son apenas ideas. El plano Anupadaka, forma parte del mundo de Briah, en el que están las esferas de Hockmah y Binah. En este mundo, los Arcángeles, las Jerarquías creadoras, están empeñadas en colaborar con el Logos, imprimiendo Su Plano en las esferas inferiores al mundo de Yetzirah, el de los ángeles. En él se puede incluir los planos: Atmico, Búdico, mental y astral de los teósofos y los seis Sephirots, Hesed, Geburah, Tiphereth, Netzah, Hod y Yesod.
Del Logos nace el proyecto, los Arcángeles lo planean, los Angeles lo ordenan y los elementales del mundo de Assiah lo realizan en Malkuth, el Gran Plano. Malkuth representa no sólo la Tierra, sino todo lo que se relaciona con el sistema solar visible.
Cada Sephirot está unido entre sí por un vínculo de consciencia representado por Daath. El punto dentro del círculo se aplica a Kether, el Malkuth de lo Inmanifestado, la primera manifestación de lo Inmanifiesto. La última fase de la manifestación de cada mundo es la fuente y comienzo del siguiente.
Todo lo que está representado en el Arbol de la Vida existe como potencialidad en el ser humano: las esferas representando los aspectos, las cualidades del ser, los caminos, los estados de consciencia, por medio de los cuales se actualizan los aspectos en estado latente; las tres columnas, las tres formas de manifestación de las fuerzas cósmicas (positivas, negativas y neutras) y los tres aspectos del Logos: en Kether, Yechidah, la Voluntad; en Hockmah, Chiad, el Amor y en Binah, Neschamah, la Mente.
Las cinco esferas siguientes forman aparte el plano de existencia llamado Ruach, siendo que el triángulo invertido en que Geburah, Hesed y Tiphereth están incluídos, constituyen el triángulo del alma, el triple espíritu (Divino, de Vida y Humano). Este es el triple espíritu alimentado por la triple alma, llamado Yo Superior, inmortal. (Alma consciente, emocional e intelectual).
Las esferas de Hod y Netzah también forman parte de Ruach, y representan la personalidad.
El doble etérico se relaciona con Yesod, que forma parte del plano de existencia llamado Nephesch.
Así como el Logos emitió Su sistema solar, representado por los diez Sephirots, la mónada emitió el Triple espíritu, la personalidad (mente concreta y abstracta), las sensaciones (emociones), doble etérico y el cuerpo físico (en Malkuth).
Tenemos pues, dentro de nuestro ser, diez estados o aspectos del Logos, como fuerzas positivas, negativas y neutras.
Tenemos consciencia de una corriente de energía (líbido) que vibra en nosotros; es la energía cósmica, que nos alcanza a través del Logos que le da Su color; es la energía utilizada por las Jerarquías Creadoras y que está manifestada en todo el Universo.
El Arbol de la Vida nos presenta un sistema del Gran Plan Divino, que necesita ser descubierto y seguido a través de los caminos que unen los Sephirots con los mundos.
El mundo de Assiah, cuyo Sephiroth es Malkuth, es visto por nuestros sentidos, vivencias y experiencias. Es una meta, cuya perfección depende de una vida limpia, atenta observación, fraternidad y mente abierta.
El mundo de Yetzirah es astro-mental; en él penetramos a través del aprendizaje, del estudio y discernimiento entre el bien y el mal. En este mundo tenemos un vasto campo de observación con sus leyes, teorías y filosofías. Por medio de él entramos en contacto con la Mente Divina, con la cual tenemos que unirnos y evolucionar.
Nos podemos aproximar al mundo de Briah por la Etica, en el sentido moral, alimentando deseos puros y nobles, solidaridad y relaciones humanas correctas. Es la moral del Gran Plano.
 El mundo de Atziluth, que se relaciona con Kether, es alcanzable por la adoración, oración y humildad. Es el camino de Bhakti Yoga, la mística devocional.
Tanto las esferas como los caminos deben ser considerados en dirección ascendente rumbo al Espíritu, así como descendente, de vuelta a la Personalidad; es la retirada de la realidad fenoménica para la actualización de los conocimientos superiores y el retorno al mundo de los cinco sentidos con una nueva base sobre la cual se reconstruirá la existencia. Todo necesita ser conscientizado y experimentado. No basta el conocimiento sin la experiencia, ni esta sin aquella. Un grado es completo cuando el total poder de un Sephirot ha sido asimilado.
Cada vez que se estudia una esfera, es preciso llevar en consideración la posición que ocupa en el Arbol de la Vida. Esto por sí solo ya da una buena visión de sus aspectos. Las esferas son contrabalanceadas por sus opuestas, produciendo el equilibrio en la columna central. El aspecto de la forma, del pilar negro, femenino, equilibra y dá dirección al aspecto masculino de la fuerza de la columna blanca. La polaridad de los pilares se extiende a todas las esferas que las ocupan, incluso a los cuatro mundos, los Nombres Divinos, Arcangélicos, Angélicos y chacras mundanos. En cada esfera existen no sólo aspectos de las otras nueve, sino también de los cuatro mundos.
El Arbol de la Vida no se refiere sólo al Macrocosmos, sino también al Microcosmos, esto es, al hombre; esa es la parte subjetiva de la Cábala.
En el Arbol, entre Yesod y Tiphereth, el velo de Quesheth, el abismo menor, simboliza el tiempo de la noche del alma en el cual el iniciado camina solitario por la senda, apoyándose sólo en él mismo. Este velo es comparado a un Arco Iris de colores astrales, representando la luz de Tiphereth reflejada en el triángulo astral o psicológico. También es llamado Arco de Promesas y vela la consciencia mística de Tiphereth. Así que el iniciado atraviesa el Velo de Quesheth, realizada la llamada Unidad con su Yo Superior. Atravesando el Arbol, detrás de Tiphereth, vemos otros velo, el de Paroketh, el Velo del Templo, simbolizando una ruptura en la consciencia. Es el Velo del Templo que se rasgó en el momento de la crucifixión. Es análogo al Abismo (Daath), que separa la Tríada Superior de los demás Sephirots, sólo que en una espiral inferior. Es una consecuencia de la caída original, la fuga de la realidad; el Abismo bloquea el contacto del Espíritu (Yo Superior) y la Tierra.
En los atributos, sólamente los nombres divinos forman parte del Arbol original, que fueron divinamente inspirados. Los demás atributos como: arcángeles, ángeles, chakras mundanos, imágenes mágicas, virtudes y vicios, tarot, experiencia espiritual, escala de colores, fueron añadiéndose con el tiempo y la experiencia.
 En el plano de Assiah, las Emanaciones se manifiestan a través de lo que podríamos llamar, con bastante propiedad, los chakras mundanos; estos centros de manifestaciones corresponden en perfecta analogía a los existentes en el cuerpo etérico humano. El chakra mundano es el espíritu del planeta, su mente grupal, el conjunto de la mente grupal de todos los elementos  que componen el planeta: humanos, animales, vegetales y minerales. Es la parte que influencia al planeta en su etérico. Este evoluciona en la medida que lo hacen los elementos que componen el planeta. Esta evolución es más lenta que la humana. El chakra mundano es un elemental artificial, un ser creado por los habitantes del planeta, por la inteligencia y seres que en él se desarrollan. Somos responsables por la evolución de todos los Seres. Nuestros buenos y malos pensamientos y actitudes se reflejan sobre los mismos. No podemos imaginar que nada tenemos que ver con los otros. La mente colectiva es el conjunto de la mente de todos los individuos, cada uno contribuyendo con su parcela de acciones, actitudes, etc., para su contenido general.
La finalidad de este ser, también llamado Ser Planetario o Espíritu Planetario, es evolucionar hasta que encuentre en el nombre divino el contenido del pensamiento divino para si y para el planeta. Este ser también es influenciado por los otros planetas.
El chakra mundano de Geburah, por ejemplo, es Marte, representado por la imagen mágica de un poderoso guerrero en su carro; esto es un símbolo de fuerza y cualidad de esta esfera. No se trata del planeta Marte.
La Imagen mágica es para ser utilizada para la meditación sobre cada Sephiroth.
En la exposición simbólica de los diez Santos Sephirots, en los cuatro mundos, hay también otro juego importante de factores que conviene tener en cuenta: la escala de colores.
Escala del Rey designada al mundo Atzilúthico; de la Reina, al mundo de Briah; del Emperador al de Yetzirah y el de la Emperatriz, al de Assiah.
En la meditación se usa de preferencia la escala de colores de la Reina de Briah, las fuerzas cósmicas de los arcángeles, que es la más soportable al iniciado.
Cada esfera tiene su aspecto dual, esto es, la virtud exigida en el camino evolutivo y el vicio que ha de ser superado. La esfera en sí misma no tiene defectos, pero su cualidad llevada al extremo conduce al efecto contrario deseado. Por ejemplo: un hombre muy valiente y activo, no teniendo suficiente disciplina y auto-control, fácilmente podría dejarse llevar al extremo opuesto, es decir, a la tiranía, la crueldad y la prepotencia.
En el Arbol de la Vida, bajo un punto de vista macrocósmico, atribuído a la columna central, Adan Kadmon, representa el principio hecho forma del equilibrio de las cualidades de las columnas laterales.
Adan Kadmon es el Logos o el Verbo, que no debe ser confundido con el primer Adan terrestre. Elena Blavatsky muestra a Adan Kadmon como el primer Yo Divino, el Espíritu no-manifestado en el Universo visible, cuyos Diez Miembros son los Diez Sephiroths. Bajo el punto de vista microcósmico, cada Sephiroth representa un estado de consciencia; en este caso el cuerpo está representado por Malkuth.
El Arbol de la Vida escrito en nuestra aura es lo que llamamos de subjetivo, en el cual el pilar femenino se encuentra en el lado derecho. Esto bajo el punto de vista microcósmico. El Arbol de la Vida macrocósmico, considerado como objetivo, es el que tiene representado al Hombre Celeste, en el cual la columna femenina corresponde al lado izquierdo. Se relaciona con el Logos.
El Arbol de la Vida presenta también un aspecto de polaridad. De acuerdo con el rayo que lo cruza en zig-zag, Kether es positivo en relación a Hockmah, siendo este negativo en relación a Kether y positivo en relación a Binah. Esta es una esfera positiva en relación a Hesed y negativa en relación a Hockmah; lo mismo se aplica a todas las demás esferas. Estas también deben ser consideradas bajo un punto de vista horizontal, a pares, presentando aspectos opuestos; por ejemplo, Hesed, paz, estabilidad. Geburah, voluntad, acción.
Algunas representaciones del Arbol de la Vida muestran debajo de Malkuth la esfera de los Qliphoth, que son los aspectos no equilibrados del Arbol, las aguas del Caos.
Explican los cabalistas que los Qliphoth, cuyo significado es conchas o meretrices, son fuerzas adversas que se originaron durante el proceso expansivo de cada Sephiroth para formar la esfera siguiente, pero aún no establecida. Son como energías no equilibradas, expandiéndose sin restricciones.
Cuando las esferas aún no estaban en manifestación, nada había para contemplar; era el reino de los Reyes de Edom, que reinaban en la tierra de Edom, ante de que los hijos de Israel tuviesen un reino.
Cuando el rayo ziszagueante, en su trayectoria, proyectó la esfera de Hesed, hubo desequilibrio, pues había sólo misericordia; su opuesto, Geburah, el poder, aún no estaba manifestado. El caos mencionado en el libro del Génesis, es el desequilibrio que había en cuanto los opuestos no existían. Cuando de Kether fueron emanadas las fuerzas para formar las esferas, hubo un exceso, el cual fue proyectado hacia las aguas inferiores, debajo de Malkuth, que formó las esferas negativas, el Arbol invertido. Existe, pues, un Arbol de Luz y otro de Tinieblas, surgida del desequilibrio y que permanecerá hasta el fin de la evolución.
Entonces, antes de las esferas ser proyectadas estaba el reinado de los Reyes de Edom, en el plano de Atziluth. Cuando estos reyes pasaron de Atziluth para Briah, la Cábala nos dice que esos reyes murieron y no fueron encontrados, ni ellos ni sus coronas. Una fuerza al ser rebajada de un plano a otro inferior, supone la muerte. Sólo recupera su capacidad cuando el equilibrio es restablecido.
Donde hubo desorden, inmoralidad, cualquier exceso, allí encontraremos las energías qliphoticas en acción; están representadas por los aspectos contrarios de las virtudes de cada Sephiroth.
Este segundo Arbol, también llamado Arbol del Mal, no forma parte de la evolución y ni debería manifestarse si el hombre, en virtud de sus abusos, no le diese existencia individual y forma. De ahí es que resultan entidades demoníacas, altamente perjudiciales a la evolución humana.
El Infierno, como es retratado por los cuadros antiguos, se relaciona con la esfera de los Qliphoth. En estos cuadros, se encuentran una completa serie de seres clasificados como demonios, archidemonios, Belzebú, etc., seres que, según algunos ocultistas, representan fuerzas terribles, tanto que hasta es peligroso pensar en ellas.
En Atziluth no está el Mal, pues no forma parte del equema del sistema solar. En Briah, el arcángel tiene su contrapartida en el Demonio de las moradas del infierno.

martes, 20 de marzo de 2012

CUALIDADES DE TIFERET

¿Cómo debe ser adiestrado un hombre para adquirir el atributo de la Belleza?. Sin duda la cualidad de la Belleza se halla en el estudio de la Torah. Sin embargo, el hombre debe procurar no abandonarse al orgullo a causa de las palabras de la Torah, pues ello causaría un gran mal. En la medida que incrementa su orgullo, el atributo de la Belleza, que es la Torah*150, se eleva y se aleja en lo alto, D-os no lo permita. Pero aquél que se humilla bajo las palabras de la Torah hace descender a la Belleza para que vierta su influencia sobre lo que está debajo de ella. Debes saber que hay cuatro sefirot*151 y tres cualidades que dependen de la Belleza. En primer lugar, el arrogante que se exalta por encima de sus pupilos hace que la Belleza se eleve por encima de la Paciencia y la Majestad. Por eso los pupilos serán los sabios del Señor, los pupilos de la Belleza. Así pues, aquél que se humilla para instruir en amor, hace que la Belleza descienda hacia los pupilos*152 y vierta sobre ellos su influencia. Ésta es la razón por la que un hombre debe ser agradable con sus discípulos y estar dispuesto a enseñarles tanto como sean capaces de asimilar, de modo que, de acuerdo con su capacidad, la Belleza vierta su flujo con justa medida en ellos. En segundo lugar, el arrogante que en virtud de su Torah se exalta por encima del pobre y lo desprecia también hace que la Belleza se eleve. Como sucedió cuando Elijan se presentó ante Rabí Simeón ben Eleazar con el aspecto de un vil mendigo, despreciable y aborrecible, para ponerlo a prueba. Sintiéndose superior ante el mendigo, lo insultó, y fue abiertamente reprendido por esta falta. A causa del arrogante que se alza por encima del pobre, la Belleza se alza por encima de la Fundación*153 y deja de verter su influencia sobre ella. Pero si el sabio considera al pobre, entonces la Belleza verterá su flujo en la Fundación. Por ello el pobre debe ser muy estimado por el sabio y consolado por él, para que la Fundación de los Mundos superiores sea estimada y protegida por la Belleza. 
_________________________________
150 La Torah es representada por la sefirah de la Belleza.
151 Netzah, Hod, Yesod y Malkut.
152 Hacia Netzah y Hod.
153 La sefirah Yesod es la sefirah del pobre.

 En tercer lugar, aquél que aumenta su orgullo en virtud de su Torah sintiéndose superior al ignorante, es decir, superior al pueblo del Señor, hace que la Belleza ascienda por encima de la Soberanía*154 y deje de verter su flujo sobre ella. Por ello el sabio debe ser agradable con todos, estar a disposición de todas las criaturas y todos los hombres deben ser significativos a sus ojos, pues por éstos están aquéllos en lo bajo, según el secreto de la Tierra. Y si, D-os no lo permita, los llama asnos, hace que desciendan hacia ellos las Cáscaras*155, por lo que no merece ser un hijo iluminado por la luz de la Torah, como se declara en la Guemará*156. Por ello debe ser complaciente con ellos, a semejanza de la Belleza, que vierte su flujo sobre la Soberanía y ejerce su dominio sobre ella, según la pobreza de su mente, pues la mente de la mujer es luz. De esto se deduce además que el arrogante no debe exaltarse por encima de aquéllos cuya mente es débil, pues ellos están incluidos en el polvo de la tierra. A causa de esto los antiguos maestros nunca hicieron ostentación de su sabiduría, como puede verse en el episodio de Rabí Hamnuna en la primera sección del Génesis, y en el de Rabí Hagai, así como en el episodio relatado en los Tiqunim acerca de aquel hombre viejo que huyó cuando querían besarlo, pues no quería enorgullecerse de sus conocimientos. Por otra parte, cuando estudia las palabras de la Torah, su intención debe estar dirigida a adornar la Shekinah, a adornarla y a decorarla para la Belleza, y esto es lo que significa la Halahá para la Verdad. Y también es éste el significado de una discusión por causa del Cielo*157, a saber, entre la Clemencia y el Rigor, disputa que no persigue sino la consecución de la Belleza acordando aquella Halahá con Su Gobierno. Por ello el hombre debe mantenerse alejado de toda discusión que sobrepase estos límites, pues la Belleza no desea prender a los que están fuera de sus límites, aunque sea en virtud de las palabras de la Torah, manteniendo disputas cuyo fin es el Infierno, D-os no lo permita. La única disputa que no supone una falta para la Belleza, es la discusión de la Torah por causa del Cielo, pues todas sus sendas son de paz y contienen amor en su fin. Y aquél que se aprovecha de las palabras de la Torah comete una falta contra esta cualidad, pues estando sostenido por ella, la usa para cosas seculares. Por el contrario, ¡Dichosa aquella porción que estudia la Torah para el beneficio del Altísimo!. Lo más importante es purificar la mente mediante la prueba del pensamiento, así como examinarse a sí mismo en el curso de la discusión a fin de localizar el más ligero rastro de cosa vergonzosa y rechazarla. Y siempre debe admitirse la verdad en el orden de la Belleza, es decir, siempre debe ser perseguida la cualidad de la verdad allí donde se encuentre.
_______________________________________
154 La Comunidad de Israel es simbolizada por la sefirah Malkut.
155 Los demonios.
156 Ncd. 81a.
157 Ab. V, 17.

jueves, 15 de marzo de 2012

LA INCLINACIÓN AL MAL


Según la Cabalá, nuestros cuerpos son solamente una envoltura temporal para un alma eterna que desciende desde lo Alto, y el ciclo de vida y muerte puede ser comparado con el cambio de ropa de una persona en nuestro mundo. El alma cambia un cuerpo por otro tan fácilmente como una persona se cambia un conjunto de ropa por otro.
La definición del cumplimiento desinteresado de la Voluntad del Creador, así como la definición de ser un altruista tanto en pensamiento como en acción, personifica el proceso de auto-evaluación y de autovaloración, independientemente de los acontecimientos desagradables, sentimientos, o incidentes que son enviados a la persona de manera intencional por el Creador. 
El proceso de auto evaluación debe hacer que el individuo vea cuán bajo es su estado en realidad, pero al mismo tiempo, mantener a la persona comprometida con el cumplimiento de la Voluntad del Creador, y con la aspiración de realizar las leyes directas y justas del mundo espiritual, contrarias a su bienestar personal.
El deseo de ser similar al Creador en cualidades puede derivarse del sufrimiento y de las pruebas que uno experimente, pero también puede emanar de la percepción de la grandeza del Creador. Entonces, la elección del individuo implica pedir al Creador avanzar por medio de la Cabalá.
Todas las acciones que emprendemos deben ser motivadas por nuestra intención de percibir la grandeza del Creador, de modo que la percepción y la realización de este aspecto podrán ayudarnos a llegar a ser más puros y más espirituales.
Para avanzar espiritualmente, debemos preocuparnos en cada nivel por el desarrollo interno de nuestra percepción de la grandeza del Creador. Debemos darnos cuenta que para lograr la perfección espiritual o incluso para permanecer en el nivel espiritual en el cual existimos, necesitamos cultivar una comprensión más profunda de la grandeza del Creador.
El valor de un regalo está determinado por la importancia de quien lo da. Esto es cierto en gran medida. Por ejemplo, un objeto que pertenece a alguien que es considerado famoso e importante por la sociedad, a menudo vale millones. 
El valor de la Cabalá también está determinado por la importancia de Quien nos la otorga. Si uno no cree en el Creador, entonces la Cabalá no vale más que cualquier otro documento histórico o literario. Pero si uno realmente cree en el poder de la Cabalá y en su utilidad, porque uno cree en la Fuerza Superior, entonces el valor de la Cabalá es inmensurablemente más elevado. 
Cuanto más creemos en el Creador, más valor tiene la Cabalá para nosotros.
Por consiguiente, cada vez que nos sometemos voluntariamente al Dominio del Creador de acuerdo a la magnitud de nuestra fe en Él, también captamos la trascendencia de la Cabalá y de su significado interno. De esta manera, puede decirse que en cada momento consecutivo en el que alcanzamos un nivel espiritual mayor, recibimos una nueva Cabalá (Luz), como si fuera de un nuevo Creador. 
Este proceso se refiere solamente a los que reciben una nueva Revelación de la Luz del Creador mientras ascienden por la escalera espiritual. Por esta razón, se dice que "La persona justa vive según su fe", la magnitud de la fe de uno determina la cantidad de Luz percibida.
En los libros de Cabalá está escrito: "Cada día se confiere una nueva Luz". Para un cabalista, cada día (el tiempo en que la Luz del Creador irradia) es una nueva Luz. Puede que hayamos sido criados para cumplir los mandamientos, pero es imposible que seamos educados con la necesidad de asignar intenciones altruistas particulares a nuestras acciones, debido a que esto no puede llegar a formar parte de nuestra naturaleza egoísta que podría ser realizada automáticamente, tal como nuestras necesidades físicas.
 Si somos impregnados por el sentimiento de que nuestra guerra en contra el egoísmo es una guerra contra las fuerzas de la oscuridad, contra las cualidades que son contrarias a las del Creador, quitamos estas fuerzas de nosotros mismos, y no nos asociamos con ellas; las evitamos en nuestros pensamientos, como si partiéramos de los deseos de nuestros propios cuerpos. Al continuar sintiendo estos deseos, comenzamos a despreciarlos, como uno desprecia a un enemigo. De este modo, podemos triunfar sobre el egoísmo, y al mismo tiempo, encontrar consuelo de su sufrimiento. Una acción de este tipo se conoce como La guerra de la venganza en favor del Creador (Nikmat Hashem). Gradualmente, podemos acostumbrarnos a percibir las metas correctas, los pensamientos y las intenciones, independientemente de los deseos  y demandas egoístas del cuerpo. Si durante el estudio no vemos ningún beneficio personal y empezamos a sufrir por la falta del beneficio percibido, esto se conoce como La inclinación al mal (Yetzer Ra).  El grado del mal es determinado por nuestro nivel de percepción del mal, por la magnitud de nuestro sufrimiento ante la falta de atracción a la espiritualidad, a menos que percibamos en ello algún beneficio personal.
Cuanto más sufrimos por la situación que no cambia, mayor es el grado de nuestra percepción del mal. Si entendemos por la razón que todavía no tenemos éxito en el avance espiritual, pero eso no nos causa dolor, significa que todavía no tenemos la inclinación al mal (yetzer ra), puesto que aún no estamos sufriendo a raíz del mal. 
Si no sentimos el mal, debemos involucrarnos en el estudio de la Cabalá. Pero si percibimos el mal en nosotros mismos, necesitamos librarnos de ello con la fe por encima de la razón. Las definiciones dadas anteriormente requieren explicación. En los libros de la Cabalá está escrito: "Yo creé la inclinación al mal (fuerza, deseo) y Yo también creé la Torá como Tavlín ("especia") para eso (para su corrección). Tavlín significa las especias, aditivos, suplementos que hacen la comida sabrosa y apta para el consumo. Podemos ver que la creación primaria es el mal, el egoísmo. La Cabalá es solamente una adición a ello, es decir, un medio que nos permite saborear y utilizar el mal. Esto es muy extraño, porque también está establecido que los mandamientos fueron dados solamente con el fin de purificar el alma con su ayuda. Esto implica que una vez que la persona esté purificada, no habrá más necesidad de los mandamientos (actos espirituales con el fin de corregir). 
La verdadera meta de la Creación es que el Creador provea placeres a Sus seres creados. Para este propósito, las criaturas están dotadas del deseo de recibir placer. A fin de que las creaciones no experimenten los sentimientos de vergüenza cuando reciben placer, lo cual arruinaría el placer en sí, se les da a las creaciones la oportunidad de corregir los sentimientos de vergüenza. 
Esto se puede alcanzar si los seres creados no desean recibir nada para sí mismos, sino que sólo desean complacer al Creador. Únicamente entonces no sentirán vergüenza por recibir placer, puesto que lo recibirán en favor del Creador, y no para su propia satisfacción.
¿Pero qué se le puede dar al Creador que le causaría placer? Para esto precisamente, el Creador nos dio la Cabalá y las Leyes Espirituales, para que así pudiéramos cumplirlas "en Su favor". Entonces, Él puede enviarnos placeres que podemos recibir, que no serán disminuidos por los sentimientos de vergüenza e insinuaciones de caridad.
Si nos comportamos de acuerdo a las Leyes Espirituales, por ejemplo, en favor del Creador, somos similares al Creador en nuestras acciones, las cuales tienen como objetivo darnos placer. Mientras nuestros deseos, actos, y cualidades logran mayor semejaza a los del Creador, Él y nosotros nos acercamos más el uno al otro. El Creador desea que le demos a Él, tal como Él nos brinda, a fin de que nuestros placeres no sean ensombrecidos por la vergüenza, y que no sean vistos como caridad. 
El deseo espiritual -un deseo que posee todas las condiciones necesarias para recibir la Luz- determina la magnitud y el tipo de placer que se recibe, ya que la Luz del Creador incluye todo en Sí misma, cada uno de nuestros deseos de ser gratificados por algo, los cuales aíslan de toda Luz que anhelamos.
El Creador establece precisamente 613 mandamientos para la corrección del mal (en nosotros) hacia el bien (para nosotros), porque Él creó nuestro deseo de gratificación justo de 613 partes, y cada mandamiento corrige cierta parte o cualidad. Por esta razón se dice: "Yo creé el mal, y la Torá para su corrección."
Pero ¿cuál es el propósito de cumplir la Torá (las leyes espirituales) después de la corrección del mal? Las Leyes Espirituales son dadas a nosotros:
1. Cuando todavía estamos bajo la esclavitud de nuestra propia naturaleza y somos incapaces de actuar en favor del Creador, porque permanecemos distanciados de Él, debido a la disparidad en cualidades. Las 613 Leyes Espirituales nos permiten tener la fuerza para salir del egoísmo.
2. Al final de la corrección, cuando ya nos encontramos en un estado de unidad con el Creador debido a la congruencia de cualidades y deseos, llegamos a ser merecedores de la Luz de la Torá: las 613 Leyes Espirituales se hacen parte de nuestro cuerpo espiritual; se convierten en la vasija de nuestra alma, y dentro de cada uno de los 613 deseos, recibimos la Luz del Placer.

Los Mundos Superiores
          (Extracto)

Rav Michael Laitman








lunes, 12 de marzo de 2012

CUALIDADES DE HOKMAH

¿Cómo debe ser adiestrado un hombre para poseer el atributo de la Sabiduría? Debes saber que la Suprema Sabiduría, a pesar de mantenerse oculta y ser extraordinariamente elevada, se extiende por encima de todas las criaturas. Acerca de esto está dicho: “¡Cuan múltiples son tus obras, Oh Señor! Con tu Sabiduría las has realizado*76. Por ello, por su sabiduría, es propio del hombre causar beneficio sobre todas las cosas y ser un efectivo maestro de hombres según sus posibilidades e influir en los demás en la medida de lo posible sin que nada se lo impida. Debes saber que la Sabiduría tiene dos caras. La cara superior está vuelta hacia la Corona, aunque no la mira fijamente, sino que muestra su faz inclinada*77 recibiendo el influjo de la Corona por arriba. El segundo rostro, más bajo, dirige su rostro hacia abajo para controlar a las sefirot, que reciben la emanación de Su sabiduría*78. Por esta razón debe el hombre mostrar dos rostros: uno, en la soledad con su Creador, a fin de aumentar la sabiduría que el Santo, bendito sea, ha vertido en él*79. Este flujo de Sabiduría se vierte en cada sefirah según su justa medida, por lo que, necesariamente, la sabiduría es vertida sobre cada hombre según las dimensiones de su entendimiento, procurando no verter más sabiduría de la que el entendimiento del receptor es capaz de recibir a fin de evitar todo daño, pues la sefirah más elevada (Keter) no añade nada a la cantidad determinada por los límites del destinatario. Además, es propio de la Sabiduría proveer de ella a todo lo que existe, pues es el pensamiento que contempla a todas las criaturas*80. Acerca de la Sabiduría está dicho: “Mis pensamientos no son sus pensamientos*81. Y está escrito: “Mas permitió que siendo un desterrado no fuese un proscrito de Élso”. Y en otra parte se escribe: “Porque los pensamientos que tengo hacia ti, dice el Señor, son de paz y no de discordia, te daré un futuro y una 

_______________________
76 Sal. CIV, 24.
77 La Sabiduría muestra la faz inclinada, pues a pesar de recibir el influjo de Keter, el sentido de su
acción es siempre descendente. Ver al respecto notas anteriores.
78 La acción de Hokmah reside en su segundo rostro.
79 Referencia a la continuidad del flujo divino que hace subsistir el mundo.
80 En la Sefirah Hokmah asoma el primer estadio de diferenciación de la voluntad divina.
81 Is. LV, 8.
*82. Por ello todo hombre debe mantener sus ojos abiertos para socorrer a los hijos de Israel, y guiar en sus hechos y en sus pensamientos a aquéllos que se han desviado dirigiendo hacia ellos su pensamiento bondadoso. Del mismo modo que la Mente*83 piensa en beneficiar todo lo existente, todo hombre debe procurar mejorar la porción de sus amigos, y para ello debe tomar buen consejo de Dios y de Su pueblo, considerando a la comunidad y a sus individuos como un todo, y conduciendo por el camino derecho a todo aquél que se ha desviado de la recta vía. Debe gobernar su mente y su pensamiento para guiarlo y alentarlo a seguir la vía recta y el camino derecho, así como el Supremo Pensamiento dirige al Supremo Hombre. Por otra parte, la Sabiduría preserva la vida de toda suerte de incidentes, por ello está escrito: “La Sabiduría preserva su vida del odio” (Hokmak), pues instruye la vida de los hombres del mundo entero, y a causa de ella todos los hombres poseen la vida en este mundo y en el mundo futuro, pues por ella son abastecidos de los medios necesarios para vivir. En efecto, la Sabiduría concede la vida a todo aquello sobre lo que fluye. Además, la Sabiduría es el padre*84 que creó todas las cosas. Está escrito: “¡Cuan numerosas son tus obras, Oh Señor! En tu Sabiduría has creado todas las cosas*85 y todas ellas viven y existen a partir de esa fuente. Por ello es la Sabiduría como un padre para todas las criaturas del Santo, bendito sea, y de Israel en particular, pues ellos son las almas santas que emanan de esa fuente. E Israel debe orar constantemente por la misericordia y la bendición del mundo, pues sólo el Padre Supremo tiene misericordia de todas sus criaturas. Debe rezar constantemente por el alivio del sufrimiento como si aquéllos que sufren fuesen sus propios hijos y como si hubiesen sido creados por ellos, pues ésta es la voluntad del Santo, bendito sea. En este sentido dijo el pastor fiel: “¿Acaso concebí yo a todos éstos para que me digas: llévalos en tu seno?*85. Así debe actuar todo el pueblo de Dios: como un padre ejerciendo de ama de cría con su lactante*86. Debe tomar los corderos en sus brazos, arroparlos en su pecho y conducir suavemente a las  ovejas que amamantan*87. Debe pensar en aquéllas que han sido aniquiladas, buscar a las jóvenes, sanar a las quebrantadas, apacentar a las sanas y guiar a las extraviadas.
_________________________
82 II Sam. XIV, 14.
83 Jer. XXIX, 11.
84 En el simbolismo cabalístico la sefírah Hokmah es denominada padre, así como la sefirah Binah es
denominada madre, pues Binah es la receptora que da forma a la semilla (primer asomo de
diferenciación) procedente de la sefirah Hokmah. Sal. CIV, 24.
85 Num. XI, 12.
86 Ibid.
87 Is. XL, 11
*88 Debe tener piedad de Israel y llevar su yugo con alegría, tal y como hace el Supremo Padre Misericordioso, que todo lo soporta. No debe fatigarse  ni negarse a conceder a cada uno de acuerdo con sus necesidades. Estas son las cualidades de la Sabiduría, a saber, las propias de un padre misericordioso hacia sus hijos. Su misericordia se extiende sobre todas las criaturas, sin destruir ni despreciar a ninguna de ellas. La Sabiduría Suprema se extiende sobre todo lo creado: mineral, vegetal, animal y humano. Por esta razón la comida no debe ser despreciada. El hombre debe mostrarse piadoso con todas las obras del Bendito, del mismo modo que la Sabiduría Suprema no desprecia nada creado por ellos, pues todo procede de la misma fuente. Está escrito: “En Sabiduría lo has creado todo”. Por ello fue castigado nuestro maestro Santo*89, por su falta de piedad cuando le dijo al becerrillo que se acercó a él para protegerse: “Venga, para esto fuiste creado”. Los sufrimientos derivados del aspecto del juicio severo se enfrentan con la Misericordia, que actúa a modo de escudo (contra el juicio)*90. Y de cuando mostró piedad con la comadreja, se dice: “Y con la ternura de su misericordia da término a todas sus obras*91. Por ello se libró del juicio, porque se depositó en él la luz de la Sabiduría y los sufrimientos le fueron mostrados. Por eso no debe ser despreciada ninguna cosa creada, pues todas ellas fueron creadas en Sabiduría. No debe ser arrancada ninguna cosa que crezca a menos que sea necesario, ni se debe dar muerte a ningún ser viviente a menos que sea necesario. Y aún en caso de necesidad se debe escoger para ellos una muerte digna, valiéndose de un cuchillo que haya sido cuidadosamente examinado; debe mostrarse piedad hacia todas las cosas y no herirlas, pues todas ellas dependen de la Sabiduría, a menos que se trate de hacerlas ascender a un grado más elevado, de vegetal a animal, y de animal a humano; en este caso está permitido desarraigar la planta y matar a la bestia, a fin de extraer lo meritorio de lo demérito.
________________________
88 Inversión de Zac. XI, 16.
89 Rabí Yehudá el Príncipe, maestro de la Misnah.
90 Los atributos divinos jamás muestran su acción de manera particular, sino que la acción de cada
sefirah queda determinada por la acción de las demás sefirot. Este indujo mutuo entre las sefirot
adquiere un relieve especial en el caso de las sefirot contrarias o complementarias.
91 Sal. CXLV, 9.

viernes, 9 de marzo de 2012

LUZ y SUFRIMIENTO


Las dos fuerzas activas en la creación son la Luz y el deseo: todo lo que existe está compuesto sólo de estas dos (fuerzas). Ellas interactúan de tal forma que algunas veces es la Luz que domina y algunas veces el deseo. Sentimos la alternancia entre ellas como el contraste de alegría/plenitud y amargura/vacío.

El camino de la luz contra el camino del sufrimiento

Recibí una pregunta: ¿Sería correcto decir que el Camino de la Luz no elimina los problemas en la vida de una persona,  sino que alguien que sigue el Camino de la Luz los percibe de una manera distinta?    ¿Puesto que esa persona se encuentra en un nivel superior no tiene los mismos problemas que tenía anteriormente porque su actitud hacia estos ha cambiado, o mejor dicho su actitud hacia la fuente de los problemas?  ¿Mientras que una persona que sigue el Camino del Sufrimiento si tiene el mismo problema, se siente mal?
Mi respuesta: ¡Eso es absolutamente correcto!   Existimos en el campo de la Luz Superior (el atributo de otorgamiento y amor). Este campo consiste de esferas concéntricas y entre más cercana se encuentre una esfera del centro, más intenso será su atributo de otorgamiento y amor.  Todo es estático, solo nosotros nos movemos por este campo y cambia nuestra percepción al cambiar nuestros atributos.
Un deseo, o el alma única, fueron creados en el centro de todas las esferas.  Después se apartó del centro, perdiendo su atributo de otorgamiento y amor para después romperse en pedazos (las almas particulares).  Por consiguiente, adquirió el atributo opuesto - recepción (egoísmo).  Por esto, ahora existe en la esfera más remota en el campo de Luz.
Las almas ocupan “posiciones” relativas a la Luz igual que una carga tiene una posición en un campo eléctrico o magnético.  La conexión del alma con la Luz (la conexión de una carga con el campo)  ocurre por medio del equilibrio (semejanza) de sus atributos. Si los atributos de la Luz (el campo) y del alma (la carga) son los mismos, entonces el alma (el deseo) siente que está en equilibrio.  En otras palabras, existe un equilibrio de las fuerzas del alma o atributos con los de la Luz.  Se encuentran en un estado de homeostasis.
Cuando las almas se alejan del centro hacia la periferia (cuando descienden a través de sus atributos), retienen un Reshimo (registro) de cada estado por los que pasaron.  Cuando las almas alcanzan la distancia máxima desde el centro (desde el Creador porque sus atributos son opuestos a los de Él) un registro de la cadena completa de separación (descenso) permanece enraizada en ellas.  Las almas (los deseos egoístas) perciben el estado más remoto como una persona (alma) en este mundo (campo).
Desde este momento en adelante, las almas inician su camino de regreso. Al principio avanzan hacia la meta de la creación inconscientemente, bajo la presión que surge debido a la desavenencia de sus atributos con los atributos de las esferas de Luz por las que pasan.  El alma experimenta sufrimiento que es el sentimiento que llega desde la oposición de sus atributos egoístas y los atributos de la Luz.  Entre más grandes son los Reshimot que se expresan en un alma, más se siente impulsada esa alma a las esferas interiores en el campo de Luz. O dicho de otra manera, entre mayor es la desigualdad entre el Reshimo no corregido y la Luz corregida, peor se siente la persona (y lo mismo puede decirse de la sociedad en general).
Al empezar en una determinada esfera en el campo de la Luz, la influencia de la Luz en el Reshimo evoca el reconocimiento de la causa del sufrimiento. Esto se manifiesta como la pregunta sobre el significado del sufrimiento,  su razón y propósito. Es una pregunta sobre el significado de la vida.  A la persona se le conduce al grupo (el ambiente) en donde puede empezar a corregirse para ser semejante a la Luz (otorgamiento).

Rav Laitman

“Siempre parece que somos amados porque somos buenos.  Pero, lo que no comprendemos es que somos amados porque quienes nos aman son buenos”.
Leon Tolstoi

jueves, 8 de marzo de 2012

TODO lo hace LA LUZ


1. La Luz del Creador. La Luz es siempre la fuente de todo. En un principio la Luz creó a la creación y por consiguiente la creación está completamente sometida a la Luz. Si la Luz desapareciera, entonces la criatura dejaría de existir. Cada movimiento y cambio que ocurre en la creación pasa bajo la influencia de la Luz.
La creación está sin vida y sin movimiento cuando la Luz influye con la mínima fuerza posible. Si la Luz brilla con más intensidad, entonces en este grado la creación experimenta un cambio cualitativo, transformando del “inanimado” al “vegetativo”, en donde empieza a sentir y percibir. Y así sucesivamente.
2. La Luz es quien actúa. La Luz es siempre la fuente de todo. Por eso está escrito, “No hay nadie más aparte de Él” y “El Creador es tu sombra”. Debemos “descubrir” al Creador en toda circunstancia y definición, puesto que Él es quien ha hecho posible este estado.
3. Yo controlo la Luz. Cuando uno se esfuerza en transformar algo en su interior, debe invocar la Luz y lo cambiará. La Luz puede influir mis Reshimot y a mi mismo y me transformará sólo en la medida que me acerque a la meta de la creación. En otras palabras, lo único que yo puedo realizar en mi vida es acelerar mi desarrollo espiritual. O, mediante la carencia del deseo, evocar la influencia de Luz sobre mi, puedo evocar la ausencia de la Luz y entonces experimentaré toda clase de sufrimientos porque la Luz es la vida.
Sin embargo, si mis deseos vienen de la Luz, entonces yo no puedo ejercer con mis deseos una influencia de regreso de la Luz. Yo debo recibir un deseo por la meta de una fuente que no sea la Luz y entonces podré influir a la Luz con este deseo e invocar una influencia adicional de la Luz en mí, acelerando mi camino. Por eso se me entrega el medio correcto (el grupo) que es la única oportunidad que tengo de invocar la aceleración hacia la meta.
4. El papel de la mujer. El grupo no recibe influencia física, sino por medio de nuestro deseo. Por consiguiente, una mujer que participa en el trabajo del grupo (al estudiar virtualmente y diseminar la Cabala) y desea recibir la influencia correcta del grupo, la recibe y la utiliza para involuntariamente volverse hacia el Creador (la Luz). Con excepción de la participación física y la comunicación con los amigos y estudiar virtualmente, ella hace todo el resto igual a los hombres y atraviesa por los mismos estados.

KETER : fin

Octava Cualidad:
Su boca sólo debe proferir el bien, toda palabra pronunciada debe estar sujeta a la Torah y al cumplimiento del bien. Jamás debe pronunciar palabras reprobables, ni lanzar maldiciones, ni proferir palabras enojosas, ni permitir que palabras frívolas se escapen de su boca. Debe asimilarse a esa suprema Boca que nunca se cierra, que nunca calla y que permanentemente profiere el sonido del bien. Por ello el hombre siempre debe hablar bien de todo, y medir sus palabras de acuerdo con la bondad y la bendición. Estas ocho buenas cualidades, todas ellas bajo el estandarte de la humildad, son las que se encuentran en los mundos más elevados, en la Corona, entre los supremos Miembros*67. Si un hombre quiere acercarse a los mundos más elevados, debe asemejarse a Él y abrir las fuentes celestiales de bendición para alimentar a los que están abajo, por lo que le conviene estar bien versado sobre estos dos capítulos*68. Ciertamente resulta imposible comportarse constantemente según la obediencia de estas cualidades, por ello existen otras cualidades en las que todo hombre debe estar bien versado, a saber, las cualidades más bajas del Poder, como explicaremos más adelante. Pero cuando los Poderes no ejercen su función porque los hombres no tienen necesidad de ellos, reina la Corona: es el tiempo de la Corona, y entonces es necesario recurrir a las cualidades mencionadas.
_____________________________________________
*66 Prov. XVL 15.
*67 Sin perder de vista la unidad última que conforman las diez sefirot, entre las tres sefirot superiores, Corona, Sabiduría e Inteligencia, las tres sefirot de la cabeza, Cordovero establece una suerte de identidad especial, ya que todas ellas representan diferentes aspectos de la manifestación de la totalidad de la voluntad divina en su estado potencial e indiferenciado. En este sentido puede entenderse que las cualidades de Keter puedan ser dichas indistintamente de Hokmah y Binah, en tanto que mediadoras o canalizadoras de estas cualidades que, en rigor, son propias de Keter.*68 Las cualidades de Keter constituyen los principios más generales del obrar divino, principios generales que, como tales, contienen en ellos los aspectos particulares. Así pues, cuando el hombre imita las
cualidades de la corona, su comportamiento se está situando en los estadios más elevados o, dicho de otro modo, su acción ha penetrado en los misterios y en la raíz última del orden divino. Por ello el sentido de este actuar queda dirigido según una dirección únicamente descendente. "Así como el todo indiferenciado se manifestará en sus aspectos particulares, el hombre también deberá comportarse según unas cualidades particulares.
Las otras cualidades, a pesar de que en su momento son requeridas para el servicio divino, no son reclamadas en este momento, es decir, el hombre no necesita acudir a las cualidades del rigor puesto que son anuladas por la luz de la Corona. Durante el Sabat, por ejemplo, cuando se endulza el mundo según el secreto de la complacencia *69, el Tribunal de Justicia no sienta juicios, pues debe hacer uso de aquellas cualidades a fin de abrir las fuentes más elevadas. Pues si un hombre, durante sus oraciones, dirige sus pensamientos hacia la luz de la Corona pero en sus acciones se comporta contra ella, ¿Cómo puede abrirse la Fuente de la Corona si se está alejando de ella por sus hechos? ¿No es éste un argumento a fortiori? Si la Corona, la sefirah suprema, no puede prescindir de los poderes de juicio santo e ira santa *70, tampoco será capaz de extender su luz sobre el hombre que incita la ira externa, aunque sea en nombre del cielo. Y si busca incitar la luz a pesar de todo, las cualidades más elevadas dirán entre ellas: “¡Cuan presuntuoso es éste! La luz de la Corona no nos ha sido revelada a pesar de nuestro santo y puro juicio, y todavía se atreve a pedir que le sea revelada, a pesar de haber provocado la ira con sus malas acciones”. Por consiguiente todo hombre debe dirigir sus pensamientos hacia estas cualidades en las fiestas, en el Sabat, en el Día del perdón y cuando está orando o estudiando la Torah, pues no son estos los periodos propios de los poderes divinos sino los tiempos de revelar la Voluntad más elevada. El resto del tiempo debe recurrir a las demás cualidades para servir al Señor, para que los indignos no se hallen bajo el mando del hombre a no ser para su propio perjuicio, como explicaremos más adelante. Sólo entonces el recurso a esas cualidades será adecuado y el Altísimo abrirá sus fuentes. Por ello es conveniente acostumbrar al hombre a estas cualidades poco a poco, y la principal cualidad a la que debe rendirse es a la Humildad, pues es la clave de las demás cualidades, la rectora de todas ellas, el primer aspecto de la Corona bajo la que todo está contenido. Por medio de la humildad descubre el hombre que no hay nada de valor en él, por ello dijo el humilde: “¿Qué somos ante aquél que lanza sus quejas sobre nosotros?
_____________________
69 Zohar II, 88 a-b.
70 Pues están ínsitos en ella.
71, hasta que ve con sus propios ojos que es la más baja de todas las criaturas y la más despreciable y aborrecible. Por ello, al esforzarse en adquirir esta cualidad, el resto de las cualidades buenas le seguirán como a una estela. Por la primera cualidad de la Corona se considera a sí mismo como nada frente al Uno de quien emana. Por ello todo hombre debe considerarse así mismo como nada y entender que su anterior no-existencia es mejor que su propia existencia. Como consecuencia de ello se comportará hacia aquéllos que le ofenden como si éstos tuviesen razón y como si él fuera el malhechor. Y éste será el medio de adquirir para sí las buenas cualidades. Ahora mostraré la manera por la que el hombre puede acostumbrarse a estas cosas poco a poco, de modo que pueda curarse de la enfermedad del orgullo y pueda traspasar las puertas de la humildad. El remedio se compone de un ungüento de tres bálsamos. El primero consiste en huir de los honores en la medida de lo posible, a fin de impedir que tales honores alimenten su orgullo y su naturaleza halle satisfacción en ellos, cosa esta de difícil cura. El segundo consiste en amaestrar sus pensamientos y estimar sus propios méritos diciendo: “¿Qué importa si los demás no saben cuan despreciable soy, si yo mismo desconozco en qué cosas soy despreciable?”, por su falta de conocimiento o por su falta de poder, sufre el oprobio del excremento tras la ingestión hasta llegar a ser despreciable ante sus propios ojos. El tercero consiste en reflexionar constantemente sobre sus propios pecados, persiguiendo la pureza a través del reproche y el sufrimiento, y diciendo: “¿Qué importa padecer los mayores sufrimientos si no impiden que siga siendo un siervo de D-os?”. No hay nada mejor que poner una valla ante el insulto y el desprecio. Por ello recibirán de Él toda su fuerza y no enfermarán, ni su alimento ni sus ropas serán mancilladas, ni tampoco su vida ni las vidas de sus hijos. Y según este designio dicen: “¿Por qué debo afligirme para servir a D-os cubriéndome con vestimentas de saco y castigándome con flagelaciones, debilitando con ello mis fuerzas?”. Mejor es que sufra el insulto y el desprecio de los hombres a que mi fuerza se aleje y se debilite”. De este modo, al recibir insultos se regocijará en ellos e incluso llegará a desearlos. De estos tres ingredientes debe elaborarse el ungüento para el corazón, acostumbrándolo a él por todos los días de su vida. He encontrado aún otra medicina que también resulta adecuada, aunque no es tan vigorosa como la anterior.
__________________
71 Ex. XVI, 7.
Consiste ésta en que el hombre se habitúe a hacer dos cosas: en primer lugar, honrar a todas las criaturas, pues en ellas está comprendida la excelencia de la naturaleza del Creador, que creó al hombre con Sabiduría*72, y obrando así con todas las criaturas, la sabiduría del Creador está con él. Con esta actitud honra al Creador de todas las cosas, pues el más gran Sabio se ocupó de ellas; si por el contrario, D-os no lo permita, las desprecia, el hombre menosprecia a su Creador. Esto puede compararse a un sabio artesano que modela con gran habilidad una vasija y se la muestra a los hombres, y uno de ellos se burla y habla a la ligera de él. ¡Cuan enojado se sentirá el sabio al ver despreciado el trabajo de sus manos y, con ello, su propia sabiduría! Del mismo modo está mal visto a los ojos del Santo, bendito sea, que cualquiera desprecie a alguna de sus criaturas. Por eso está escrito: “Múltiples son tus obras*73 y no “Grandes son tus obras”, “rabbu”, de la expresión “rab veto*74”, que significa “muy abundante”. Tú lo hiciste todo con sabiduría, por ello la sabiduría está unida a ellas; tus obras son grandiosas e importantes, por ello conviene al hombre ver en ellas tu sabiduría y no despreciarlas. En segundo lugar, conviene que el hombre lleve grabado en su corazón el amor hacia los demás hombres, mostrándose amoroso incluso con el malvado, como si todos los hombres fuesen sus hermanos, manteniendo esa llama hasta que el amor hacia el prójimo quede firmemente establecido en su corazón. El hombre debe amar incluso al malvado siguiendo el mensaje que le dicta el corazón: “¿Cómo podría volver a estos virtuosos y llevarlos al arrepentimiento, para que todos sean grandes hombres, dignos del Omnipresente?”; por ello dijo el amante fiel de todo Israel: “Quiera el Señor que todas sus criaturas sean profetas75. ¿Y cómo puede llegar a sentir amor hacia ellos? Llevando en su pensamiento sus buenas cualidades, omitiendo sus defectos, negándose a incidir sobre sus faltas y centrándose únicamente en sus buenas cualidades. Debe decir: “Si este aborrecible mendigo fuese rico y poderoso me regocijaría en su compañía como me regocijo en compañía de otros. Pero si le vistiese con los hábitos de otro, ¿Qué diferencia habría entre él y su superior? ¿Por qué es entonces su honor inferior a mis ojos?. Y sin embargo, no sucede así a los ojos de D-os, que es superior a mí, y que tiene piedad de él por su sufrimiento y su pobreza y lo limpia de pecado; así pues, ¿Por qué debo mostrar odio por una criatura a la que el Santo, bendito sea, muestra sus amores?”. De este modo el corazón de este hombre vuelve su vista hacia las buenas cualidades y se acostumbra a ponderar en todas las cosas las buenas cualidades de las que hemos hablado.
72 Cf. Sal. CIV, 24.
73 Sal. CIV, 24: (mah rabbu ma'aseyka).
74 Aquí Cordovero se remite a la expresión utilizada en Ester I, 8: III, 3. (kol rab beto), “con abundancia para todos”.
75 Num. XI, 29.