jueves, 1 de marzo de 2012

KETER : continuación


Cuarta Cualidad:
De acuerdo con el secreto de la suprema Escucha, sus orejas siempre permanecen abiertas para oír lo bueno, pero se obstruyen cuando algo vil intenta penetrar en ellas; ningún juicio torcido ni falta del malvado tiene entrada, siéndoles negada la palabra. Pues tan sólo debe escuchar lo bueno y provechoso, y todas las cosas que causan enojo y lo hacen prevalecer no deben entrar jamás por el oído. Así como las palabras y el habla de la serpiente no tienen entrada en ella, tampoco se debe permitir la entrada de ninguna cosa vil  en la oreja del hombre. Éste es el significado de: “Tú no toleras los falsos testimonios65 ni nada vil; todo esto no puede tener entrada en su oreja, que tan sólo debe escuchar cosas buenas.

Quinta Cualidad:
 Sus ojos no deben contemplar ninguna cosa vil. No obstante, en la medida de lo posible, deben permanecer abiertos ante el sufrimiento para tener noticia de él y dar muestras de su misericordia a los que padecen. En ningún caso debe cerrar sus ojos ante los sufrimientos del pobre, pues el estado del pobre es debido a la cantidad de engaño que hay en él, y sólo descubriéndolo podrá despertar la piedad del Cielo y de los hombres sobre aquél. Sin embargo debe alejarse de la contemplación de lo vil, pues el Ojo supremo siempre dirige su mirada hacia lo bueno.

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63 Keter.
64 Aboth tu, 10.
65 Ex. XXIII, 1

Sexta Cualidad:
En cuanto a su nariz, no debe llegar hasta ella nada desagradable. Debe dar muestras en todo momento de un gran vigor, buena voluntad y gran paciencia hacia el indigno. Anhelar siempre el cumplimiento de los deseos de todos los hombres, atender todas las súplicas y alentar al que padece. De su nariz debe proceder el perdón del pecado y el indulto de la iniquidad. No debe enojarse con aquéllos que le ofenden, pues Él aplaca su ira constantemente deseando hacer el bien sobre todas las cosas.

Séptima Cualidad:
Su rostro debe mostrarse siempre resplandeciente a fin de recibir a todos los hombres con un buen semblante. Por ello con respecto a la suprema Corona está dicho: “En la luz del rostro del rey está la vida"66. En su faz no tienen cabida ni rojeces ni gestos torcidos. La luz de su rostro debe mostrarse siempre alegre y de buen humor, y jamás debe ser perturbada.

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66 Prov. XVL 15.





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