Según la Cabalá, nuestros
cuerpos son solamente una envoltura temporal para un alma eterna que desciende
desde lo Alto, y el ciclo de vida y muerte puede ser comparado con el cambio de
ropa de una persona en nuestro mundo. El alma cambia un cuerpo por otro tan
fácilmente como una persona se cambia un conjunto de ropa por otro.
La definición del
cumplimiento desinteresado de la Voluntad del Creador, así como la definición
de ser un altruista tanto en pensamiento como en acción, personifica el proceso
de auto-evaluación y de autovaloración, independientemente de los
acontecimientos desagradables, sentimientos, o incidentes que son enviados a la
persona de manera intencional por el Creador.
El proceso de auto
evaluación debe hacer que el individuo vea cuán bajo es su estado en realidad,
pero al mismo tiempo, mantener a la persona comprometida con el cumplimiento de
la Voluntad del Creador, y con la aspiración de realizar las leyes directas y
justas del mundo espiritual, contrarias a su bienestar personal.
El deseo de ser
similar al Creador en cualidades puede derivarse del sufrimiento y de las
pruebas que uno experimente, pero también puede emanar de la percepción de la
grandeza del Creador. Entonces, la elección del individuo implica pedir al
Creador avanzar por medio de la Cabalá.
Todas las acciones
que emprendemos deben ser motivadas por nuestra intención de percibir la
grandeza del Creador, de modo que la percepción y la realización de este
aspecto podrán ayudarnos a llegar a ser más puros y más espirituales.
Para avanzar espiritualmente, debemos preocuparnos en cada nivel por el desarrollo interno de nuestra percepción de la grandeza del Creador. Debemos darnos cuenta que para lograr la perfección espiritual o incluso para permanecer en el nivel espiritual en el cual existimos, necesitamos cultivar una comprensión más profunda de la grandeza del Creador.
El valor de un regalo está determinado por la importancia de quien lo da. Esto es cierto en gran medida. Por ejemplo, un objeto que pertenece a alguien que es considerado famoso e importante por la sociedad, a menudo vale millones.
El valor de la Cabalá también está determinado por la importancia de Quien nos la otorga. Si uno no cree en el Creador, entonces la Cabalá no vale más que cualquier otro documento histórico o literario. Pero si uno realmente cree en el poder de la Cabalá y en su utilidad, porque uno cree en la Fuerza Superior , entonces el valor de la Cabalá es inmensurablemente más elevado.
Cuanto más creemos en el Creador, más valor tiene la Cabalá para nosotros.
Por consiguiente, cada vez que nos sometemos voluntariamente al Dominio del Creador de acuerdo a la magnitud de nuestra fe en Él, también captamos la trascendencia de la Cabalá y de su significado interno. De esta manera, puede decirse que en cada momento consecutivo en el que alcanzamos un nivel espiritual mayor, recibimos una nueva Cabalá (Luz), como si fuera de un nuevo Creador.
Este proceso se refiere solamente a los que reciben una nueva Revelación de la Luz del Creador mientras ascienden por la escalera espiritual. Por esta razón, se dice que "La persona justa vive según su fe", la magnitud de la fe de uno determina la cantidad de Luz percibida.
En los libros de Cabalá está escrito: "Cada día se confiere una nueva Luz". Para un cabalista, cada día (el tiempo en que la Luz del Creador irradia) es una nueva Luz. Puede que hayamos sido criados para cumplir los mandamientos, pero es imposible que seamos educados con la necesidad de asignar intenciones altruistas particulares a nuestras acciones, debido a que esto no puede llegar a formar parte de nuestra naturaleza egoísta que podría ser realizada automáticamente, tal como nuestras necesidades físicas.
Cuanto más sufrimos por la situación que no cambia, mayor es el grado de nuestra percepción del mal. Si entendemos por la razón que todavía no tenemos éxito en el avance espiritual, pero eso no nos causa dolor, significa que todavía no tenemos la inclinación al mal (yetzer ra), puesto que aún no estamos sufriendo a raíz del mal.
Si no sentimos el mal, debemos involucrarnos en el estudio de la Cabalá. Pero si percibimos el mal en nosotros mismos, necesitamos librarnos de ello con la fe por encima de la razón. Las definiciones
dadas anteriormente requieren explicación. En los libros de la Cabalá está
escrito: "Yo creé la inclinación al mal (fuerza, deseo) y Yo también creé
la Torá como Tavlín ("especia") para eso (para su corrección). Tavlín
significa las especias, aditivos, suplementos que hacen la comida sabrosa y
apta para el consumo. Podemos ver que la
creación primaria es el mal, el egoísmo. La Cabalá es solamente una adición a
ello, es decir, un medio que nos permite saborear y utilizar el mal. Esto es
muy extraño, porque también está establecido que los mandamientos fueron dados
solamente con el fin de purificar el alma con su ayuda. Esto implica que una
vez que la persona esté purificada, no habrá más necesidad de los mandamientos
(actos espirituales con el fin de corregir).
La verdadera meta
de la Creación es que el Creador provea placeres a Sus seres creados. Para este
propósito, las criaturas están dotadas del deseo de recibir placer. A fin de
que las creaciones no experimenten los sentimientos de vergüenza cuando reciben
placer, lo cual arruinaría el placer en sí, se les da a las creaciones la
oportunidad de corregir los sentimientos de vergüenza.
Esto se puede
alcanzar si los seres creados no desean recibir nada para sí mismos, sino que
sólo desean complacer al Creador. Únicamente entonces no sentirán vergüenza por
recibir placer, puesto que lo recibirán en favor del Creador, y no para su
propia satisfacción.
¿Pero qué se le
puede dar al Creador que le causaría placer? Para esto precisamente, el Creador
nos dio la Cabalá y las Leyes Espirituales, para que así pudiéramos cumplirlas
"en Su favor". Entonces, Él puede enviarnos placeres que podemos
recibir, que no serán disminuidos por los sentimientos de vergüenza e
insinuaciones de caridad.
Si nos comportamos
de acuerdo a las Leyes Espirituales, por ejemplo, en favor del Creador, somos
similares al Creador en nuestras acciones, las cuales tienen como objetivo
darnos placer. Mientras nuestros deseos, actos, y cualidades logran mayor
semejaza a los del Creador, Él y nosotros nos acercamos más el uno al otro. El
Creador desea que le demos a Él, tal como Él nos brinda, a fin de que nuestros
placeres no sean ensombrecidos por la vergüenza, y que no sean vistos como
caridad.
El deseo espiritual
-un deseo que posee todas las condiciones necesarias para recibir la Luz- determina la magnitud y
el tipo de placer que se recibe, ya que la Luz del Creador incluye todo en Sí
misma, cada uno de nuestros deseos de ser gratificados por algo, los cuales
aíslan de toda Luz que anhelamos.
El Creador
establece precisamente 613 mandamientos para la corrección del mal (en
nosotros) hacia el bien (para nosotros), porque Él creó nuestro deseo de
gratificación justo de 613 partes, y cada mandamiento corrige cierta parte o cualidad.
Por esta razón se dice: "Yo creé el mal, y la Torá para su
corrección."
Pero ¿cuál es el
propósito de cumplir la Torá (las leyes espirituales) después de la corrección
del mal? Las Leyes Espirituales son dadas a nosotros:
1. Cuando todavía estamos bajo la esclavitud de nuestra
propia naturaleza y somos incapaces de actuar en favor del Creador, porque
permanecemos distanciados de Él, debido a la disparidad en cualidades. Las 613 Leyes Espirituales nos permiten tener la fuerza para salir del egoísmo.
2.
Al final de la corrección, cuando ya nos encontramos en un estado de unidad con
el Creador debido a la congruencia de cualidades y deseos, llegamos a ser
merecedores de la Luz de la Torá: las 613 Leyes Espirituales se hacen parte de
nuestro cuerpo espiritual; se convierten en la vasija de nuestra alma, y dentro
de cada uno de los 613 deseos, recibimos la Luz del Placer.
Los Mundos Superiores
(Extracto)
Rav Michael Laitman
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