viernes, 23 de marzo de 2012

PLANOS Y MUNDOS

Kether, Hockmah y Binah, constituyen la tríada que integra el primer plano, Neschamah. Las cinco esferas siguientes están en el segundo plano y Yesod en Nephesh.
 Igualmente, el hombre se manifiesta en el esquema universal bajo estos tres aspectos, siendo que en Neschamah actúa su Centella Divina, en Ruach su alma y voluntad y en Nephesh, sus instintos y emociones.
De acuerdo con los cabalistas, la manifestación cósmica se da en cuatro mundos: el de Atziluth, Briah, Yetzirah y Assiah, que forman la Estructura del Universo manifestado.
Los teósofos presentan la manifestación divina en siete planos. Estableciendo una comparación entre la cábala y la teosofía, podemos ver que el primer mundo de los cabalistas, el Atziluth abarca el primer plano Divino: Adi, donde está Kether, en el cual se da el comienzo de la manifestación cósmica, los primeros estremecimientos. En el mundo de Briah de los arquetipos, está esbozado el Gran Plan Divino; son apenas ideas. El plano Anupadaka, forma parte del mundo de Briah, en el que están las esferas de Hockmah y Binah. En este mundo, los Arcángeles, las Jerarquías creadoras, están empeñadas en colaborar con el Logos, imprimiendo Su Plano en las esferas inferiores al mundo de Yetzirah, el de los ángeles. En él se puede incluir los planos: Atmico, Búdico, mental y astral de los teósofos y los seis Sephirots, Hesed, Geburah, Tiphereth, Netzah, Hod y Yesod.
Del Logos nace el proyecto, los Arcángeles lo planean, los Angeles lo ordenan y los elementales del mundo de Assiah lo realizan en Malkuth, el Gran Plano. Malkuth representa no sólo la Tierra, sino todo lo que se relaciona con el sistema solar visible.
Cada Sephirot está unido entre sí por un vínculo de consciencia representado por Daath. El punto dentro del círculo se aplica a Kether, el Malkuth de lo Inmanifestado, la primera manifestación de lo Inmanifiesto. La última fase de la manifestación de cada mundo es la fuente y comienzo del siguiente.
Todo lo que está representado en el Arbol de la Vida existe como potencialidad en el ser humano: las esferas representando los aspectos, las cualidades del ser, los caminos, los estados de consciencia, por medio de los cuales se actualizan los aspectos en estado latente; las tres columnas, las tres formas de manifestación de las fuerzas cósmicas (positivas, negativas y neutras) y los tres aspectos del Logos: en Kether, Yechidah, la Voluntad; en Hockmah, Chiad, el Amor y en Binah, Neschamah, la Mente.
Las cinco esferas siguientes forman aparte el plano de existencia llamado Ruach, siendo que el triángulo invertido en que Geburah, Hesed y Tiphereth están incluídos, constituyen el triángulo del alma, el triple espíritu (Divino, de Vida y Humano). Este es el triple espíritu alimentado por la triple alma, llamado Yo Superior, inmortal. (Alma consciente, emocional e intelectual).
Las esferas de Hod y Netzah también forman parte de Ruach, y representan la personalidad.
El doble etérico se relaciona con Yesod, que forma parte del plano de existencia llamado Nephesch.
Así como el Logos emitió Su sistema solar, representado por los diez Sephirots, la mónada emitió el Triple espíritu, la personalidad (mente concreta y abstracta), las sensaciones (emociones), doble etérico y el cuerpo físico (en Malkuth).
Tenemos pues, dentro de nuestro ser, diez estados o aspectos del Logos, como fuerzas positivas, negativas y neutras.
Tenemos consciencia de una corriente de energía (líbido) que vibra en nosotros; es la energía cósmica, que nos alcanza a través del Logos que le da Su color; es la energía utilizada por las Jerarquías Creadoras y que está manifestada en todo el Universo.
El Arbol de la Vida nos presenta un sistema del Gran Plan Divino, que necesita ser descubierto y seguido a través de los caminos que unen los Sephirots con los mundos.
El mundo de Assiah, cuyo Sephiroth es Malkuth, es visto por nuestros sentidos, vivencias y experiencias. Es una meta, cuya perfección depende de una vida limpia, atenta observación, fraternidad y mente abierta.
El mundo de Yetzirah es astro-mental; en él penetramos a través del aprendizaje, del estudio y discernimiento entre el bien y el mal. En este mundo tenemos un vasto campo de observación con sus leyes, teorías y filosofías. Por medio de él entramos en contacto con la Mente Divina, con la cual tenemos que unirnos y evolucionar.
Nos podemos aproximar al mundo de Briah por la Etica, en el sentido moral, alimentando deseos puros y nobles, solidaridad y relaciones humanas correctas. Es la moral del Gran Plano.
 El mundo de Atziluth, que se relaciona con Kether, es alcanzable por la adoración, oración y humildad. Es el camino de Bhakti Yoga, la mística devocional.
Tanto las esferas como los caminos deben ser considerados en dirección ascendente rumbo al Espíritu, así como descendente, de vuelta a la Personalidad; es la retirada de la realidad fenoménica para la actualización de los conocimientos superiores y el retorno al mundo de los cinco sentidos con una nueva base sobre la cual se reconstruirá la existencia. Todo necesita ser conscientizado y experimentado. No basta el conocimiento sin la experiencia, ni esta sin aquella. Un grado es completo cuando el total poder de un Sephirot ha sido asimilado.
Cada vez que se estudia una esfera, es preciso llevar en consideración la posición que ocupa en el Arbol de la Vida. Esto por sí solo ya da una buena visión de sus aspectos. Las esferas son contrabalanceadas por sus opuestas, produciendo el equilibrio en la columna central. El aspecto de la forma, del pilar negro, femenino, equilibra y dá dirección al aspecto masculino de la fuerza de la columna blanca. La polaridad de los pilares se extiende a todas las esferas que las ocupan, incluso a los cuatro mundos, los Nombres Divinos, Arcangélicos, Angélicos y chacras mundanos. En cada esfera existen no sólo aspectos de las otras nueve, sino también de los cuatro mundos.
El Arbol de la Vida no se refiere sólo al Macrocosmos, sino también al Microcosmos, esto es, al hombre; esa es la parte subjetiva de la Cábala.
En el Arbol, entre Yesod y Tiphereth, el velo de Quesheth, el abismo menor, simboliza el tiempo de la noche del alma en el cual el iniciado camina solitario por la senda, apoyándose sólo en él mismo. Este velo es comparado a un Arco Iris de colores astrales, representando la luz de Tiphereth reflejada en el triángulo astral o psicológico. También es llamado Arco de Promesas y vela la consciencia mística de Tiphereth. Así que el iniciado atraviesa el Velo de Quesheth, realizada la llamada Unidad con su Yo Superior. Atravesando el Arbol, detrás de Tiphereth, vemos otros velo, el de Paroketh, el Velo del Templo, simbolizando una ruptura en la consciencia. Es el Velo del Templo que se rasgó en el momento de la crucifixión. Es análogo al Abismo (Daath), que separa la Tríada Superior de los demás Sephirots, sólo que en una espiral inferior. Es una consecuencia de la caída original, la fuga de la realidad; el Abismo bloquea el contacto del Espíritu (Yo Superior) y la Tierra.
En los atributos, sólamente los nombres divinos forman parte del Arbol original, que fueron divinamente inspirados. Los demás atributos como: arcángeles, ángeles, chakras mundanos, imágenes mágicas, virtudes y vicios, tarot, experiencia espiritual, escala de colores, fueron añadiéndose con el tiempo y la experiencia.
 En el plano de Assiah, las Emanaciones se manifiestan a través de lo que podríamos llamar, con bastante propiedad, los chakras mundanos; estos centros de manifestaciones corresponden en perfecta analogía a los existentes en el cuerpo etérico humano. El chakra mundano es el espíritu del planeta, su mente grupal, el conjunto de la mente grupal de todos los elementos  que componen el planeta: humanos, animales, vegetales y minerales. Es la parte que influencia al planeta en su etérico. Este evoluciona en la medida que lo hacen los elementos que componen el planeta. Esta evolución es más lenta que la humana. El chakra mundano es un elemental artificial, un ser creado por los habitantes del planeta, por la inteligencia y seres que en él se desarrollan. Somos responsables por la evolución de todos los Seres. Nuestros buenos y malos pensamientos y actitudes se reflejan sobre los mismos. No podemos imaginar que nada tenemos que ver con los otros. La mente colectiva es el conjunto de la mente de todos los individuos, cada uno contribuyendo con su parcela de acciones, actitudes, etc., para su contenido general.
La finalidad de este ser, también llamado Ser Planetario o Espíritu Planetario, es evolucionar hasta que encuentre en el nombre divino el contenido del pensamiento divino para si y para el planeta. Este ser también es influenciado por los otros planetas.
El chakra mundano de Geburah, por ejemplo, es Marte, representado por la imagen mágica de un poderoso guerrero en su carro; esto es un símbolo de fuerza y cualidad de esta esfera. No se trata del planeta Marte.
La Imagen mágica es para ser utilizada para la meditación sobre cada Sephiroth.
En la exposición simbólica de los diez Santos Sephirots, en los cuatro mundos, hay también otro juego importante de factores que conviene tener en cuenta: la escala de colores.
Escala del Rey designada al mundo Atzilúthico; de la Reina, al mundo de Briah; del Emperador al de Yetzirah y el de la Emperatriz, al de Assiah.
En la meditación se usa de preferencia la escala de colores de la Reina de Briah, las fuerzas cósmicas de los arcángeles, que es la más soportable al iniciado.
Cada esfera tiene su aspecto dual, esto es, la virtud exigida en el camino evolutivo y el vicio que ha de ser superado. La esfera en sí misma no tiene defectos, pero su cualidad llevada al extremo conduce al efecto contrario deseado. Por ejemplo: un hombre muy valiente y activo, no teniendo suficiente disciplina y auto-control, fácilmente podría dejarse llevar al extremo opuesto, es decir, a la tiranía, la crueldad y la prepotencia.
En el Arbol de la Vida, bajo un punto de vista macrocósmico, atribuído a la columna central, Adan Kadmon, representa el principio hecho forma del equilibrio de las cualidades de las columnas laterales.
Adan Kadmon es el Logos o el Verbo, que no debe ser confundido con el primer Adan terrestre. Elena Blavatsky muestra a Adan Kadmon como el primer Yo Divino, el Espíritu no-manifestado en el Universo visible, cuyos Diez Miembros son los Diez Sephiroths. Bajo el punto de vista microcósmico, cada Sephiroth representa un estado de consciencia; en este caso el cuerpo está representado por Malkuth.
El Arbol de la Vida escrito en nuestra aura es lo que llamamos de subjetivo, en el cual el pilar femenino se encuentra en el lado derecho. Esto bajo el punto de vista microcósmico. El Arbol de la Vida macrocósmico, considerado como objetivo, es el que tiene representado al Hombre Celeste, en el cual la columna femenina corresponde al lado izquierdo. Se relaciona con el Logos.
El Arbol de la Vida presenta también un aspecto de polaridad. De acuerdo con el rayo que lo cruza en zig-zag, Kether es positivo en relación a Hockmah, siendo este negativo en relación a Kether y positivo en relación a Binah. Esta es una esfera positiva en relación a Hesed y negativa en relación a Hockmah; lo mismo se aplica a todas las demás esferas. Estas también deben ser consideradas bajo un punto de vista horizontal, a pares, presentando aspectos opuestos; por ejemplo, Hesed, paz, estabilidad. Geburah, voluntad, acción.
Algunas representaciones del Arbol de la Vida muestran debajo de Malkuth la esfera de los Qliphoth, que son los aspectos no equilibrados del Arbol, las aguas del Caos.
Explican los cabalistas que los Qliphoth, cuyo significado es conchas o meretrices, son fuerzas adversas que se originaron durante el proceso expansivo de cada Sephiroth para formar la esfera siguiente, pero aún no establecida. Son como energías no equilibradas, expandiéndose sin restricciones.
Cuando las esferas aún no estaban en manifestación, nada había para contemplar; era el reino de los Reyes de Edom, que reinaban en la tierra de Edom, ante de que los hijos de Israel tuviesen un reino.
Cuando el rayo ziszagueante, en su trayectoria, proyectó la esfera de Hesed, hubo desequilibrio, pues había sólo misericordia; su opuesto, Geburah, el poder, aún no estaba manifestado. El caos mencionado en el libro del Génesis, es el desequilibrio que había en cuanto los opuestos no existían. Cuando de Kether fueron emanadas las fuerzas para formar las esferas, hubo un exceso, el cual fue proyectado hacia las aguas inferiores, debajo de Malkuth, que formó las esferas negativas, el Arbol invertido. Existe, pues, un Arbol de Luz y otro de Tinieblas, surgida del desequilibrio y que permanecerá hasta el fin de la evolución.
Entonces, antes de las esferas ser proyectadas estaba el reinado de los Reyes de Edom, en el plano de Atziluth. Cuando estos reyes pasaron de Atziluth para Briah, la Cábala nos dice que esos reyes murieron y no fueron encontrados, ni ellos ni sus coronas. Una fuerza al ser rebajada de un plano a otro inferior, supone la muerte. Sólo recupera su capacidad cuando el equilibrio es restablecido.
Donde hubo desorden, inmoralidad, cualquier exceso, allí encontraremos las energías qliphoticas en acción; están representadas por los aspectos contrarios de las virtudes de cada Sephiroth.
Este segundo Arbol, también llamado Arbol del Mal, no forma parte de la evolución y ni debería manifestarse si el hombre, en virtud de sus abusos, no le diese existencia individual y forma. De ahí es que resultan entidades demoníacas, altamente perjudiciales a la evolución humana.
El Infierno, como es retratado por los cuadros antiguos, se relaciona con la esfera de los Qliphoth. En estos cuadros, se encuentran una completa serie de seres clasificados como demonios, archidemonios, Belzebú, etc., seres que, según algunos ocultistas, representan fuerzas terribles, tanto que hasta es peligroso pensar en ellas.
En Atziluth no está el Mal, pues no forma parte del equema del sistema solar. En Briah, el arcángel tiene su contrapartida en el Demonio de las moradas del infierno.

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